Vos ni lo sospechás todavía. Te parece algo natural, como una idea o una impronta cultural del ambiente en el que nos movemos. Es más, has dicho muchas veces: en el interior es casi lo común, la norma. Estás tenso cuando el semáforo nos detiene y, seguramente, vas pensando que todas las relaciones son complicadas. Te persigue eso de que la felicidad es inalcanzable si las cosas salen con la segunda como salieron con la primera. Y hasta fantaseás con la tercera, pero reconocés enseguida que esto es más delirio que realidad.
Sos
consciente de que cualquiera pensaría que vos te metés solito en estos
embrollos, pero el tema se va tornando una obsesión, te persigue como una
sombra. No bien se prende la verde, salís, ponés la segunda y te sentís cómodo
andando con ella. Es loco, pero tenés que reconocer que has hecho la asociación
y algo crujió adentro tuyo.
Estás
sorprendido, el tema te asalta por todos lados. Un cartel llama tu atención: Seguros
La Segunda. Tratás de desviar el pensamiento, pero es imposible. En el mismo
instante recordás lo incómodo que te puso esa oferta del supermercado: descuento
del 40% en la segunda unidad. Dudás sobre si es una casualidad o la vida te está
tomando de punto. Querés tranquilizarte pero te sentís un ciudadano de segunda.
Empezás
a pensar si las cosas no estarán yendo demasiado lejos o si estás un poco
trastornado. ¿O será simplemente que, como te dijeron en muchas ocasiones, es
imposible llegar al fondo del otro, tanto más si lo inalcanzable es otra? Puede
que estés pensando en Freud y su comentario acerca de la imposibilidad de
conocer lo que piensa la mujer, pero no va por ahí. Y no te pongas a joder con
eso de la desvalorización de la segunda y todas esas macanas porque no se trata
de eso. Lo sabés muy bien.
Se
trata de que las cosas llevan su tiempo y decantan en el momento menos pensado.
Persevera, persevera. Vas a ver que se trata de un problema del lenguaje, no de
relaciones personales. Es que caés en una confusión si crees que vos y tu
interlocutora, cuando se habla de una cosa, entienden lo mismo. Si te aflojás
un poco, te entregás y te dejás llevar vas a darte cuenta de que las cosas no
son tan complicadas. En cuanto evitás forzarlas, salen. Necesitarán cuidados,
revisiones y todo lo que quieras, pero salen. Dejá fluir esa vena humorística
tuya y reconocé sin ir más lejos que, al final, esto terminó todo narrado en
segunda.
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Fernando Terreno
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