sábado, 7 de noviembre de 2020

Con el mismo cuento 61 - Sciascia, Camilleri

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A cada cual, lo suyo (A ciascuno il suo), 1966, novela de Leonardo Sciasia (1921-1989).

La desaparición de Patò (La scomparsa di Patò), 2000, novela de Andrea Camilleri (1925-2017).

 

Fue Marcos Neuman, amigo y proveedor de libros difíciles de conseguir, el que llamó mi atención sobre el parecido de los dos relatos. Al darme el de Sciascia en español me comenta que lo leyó y, de inmediato, relacionó con el de su admirado Camilieri.

La cosa parece haber sido así: Camilleri admiraba a Sciascia a quien consideraba uno de sus maestros y decidió escribir algo como homenaje a su paisano. La inspiración le vino leyendo las líneas finales de A cada cual lo suyo, donde unos amigos comentan que la historia que acaban de protagonizar es igual que otra historia sucedida a fines del siglo XIX muy cerca de allí: un crimen develado, cuya resolución no conviene a nadie.

De modo que Camilleri recoge el guante 34 años después y reescribe la historia situándola en 1890 en... ¡Vigata!

Las dos novelas son versiones italianas del policial clásico con un toque sarcástico de policial negro. Una mezcla deliciosa de Conan Doyle con Borges, donde unos Sherlocks Holmes peninsulares develan los crímenes con astuta racionalidad y terminan enredados como en La muerte y la brújula.

 


En A cada cual, lo suyo hay un doble crimen: el farmaceútico y su amigo médico de un pueblo de Sicilia son muertos a tiros durante una excursión de caza. En los días previos el boticario recibió un anónimo amenazante al que nadie tuvo en cuenta y consideraron una broma. El Prefecto de Carabineros no tiene la menor idea de qué puede haber pasado y se barajan hipótesis diferentes, una más absurda que otra. Un profesor de literatura, amigo de las víctimas, inicia una minuciosa investigación a partir del único indicio cierto: el anónimo se hizo con letras recortadas del diario L’Ossevatore Romano (alcanza a leer al trasluz Unicuique suum, lema del diario del Vaticano) el cual sólo llega a tres o cuatro suscriptores.   Ahí empiezan a mezclarse la Cosa Nostra, un diputado comunista, la iglesia, un sobrino del Obispo y su bella prima Laura, esposa del médico asesinado.

El profesor Laureana avanza con firmeza en la investigación, resuelve el problema y, a la vez que consigue cierta ayuda de la viuda se enamora de ella. Pero Laura tiene otros planes y las cosas se complican para él.

A ciascuno il suo fue llevada al cine por Elio Petri, en Italia -1967, con Gian María Volonté e Irene Papas en los protagónicos. El título en español resulta gracioso: “Aún matamos a la antigua”.

 

La desaparición de Pató también ha sido traducida como Hipótesis sobre la desaparición de Antonio Patò, en este caso es uno de los relatos del libro Gotas de Sicilia.

Antonio Pató, gerente del Banco de Tricornia, desaparece misteriosamente durante unos festejos de Semana Santa, donde hace de Judas en las representaciones de La Pasión de Cristo. El autor va desgranando varias hipótesis sobre el suceso y sus posibles causas, algunas francamente delirantes. La rivalidad entre Policías y Carabineros agrega más confusión a la propia impericia de esas instituciones. Cuando muchos están convencidos de que se trata de un caso de cuernos vengados, o un castigo divino porque Pató siempre representaba el papel de Judas, el trabajo de la diputada Bellavia y el suboficial Giummaro, que en principio desconfían uno del otro pero luego tienen un acercamiento, descubre qué ocurrió y explica claramente los motivos. Sus armas han sido la perseverancia y el sentido común: ahora tienen la verdad en sus manos.

El informe presentado a las autoridades complica las relaciones entre Roma y Palermo y estamos ante un caso repetido: a quién le importa la verdad si nadie se beneficia con ella.

La scomparsa di Pató también fue llevada al cine, con dirección de Rocco Mortelliti,  en Italia - 2010, con Nino Frassica, Marizio casagrande y Alessandra Mortelliti, con guión del autor de la novela, del director y de Maurizio Nichetti.

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