jueves, 27 de mayo de 2021

Mi encuentro con la historia antigua

 


En 1972 fui por primera vez a pasar unas cortas vacaciones a una pequeña casa de campo de amigos en Tomils, Suiza. Tomils es una villa cercana al pueblo de Thusis por el cual fluye el Rin como un arroyito y se encuentra en el Cantón de los Grisones en la Suiza Alemana, rodeada por Austria en el este e Italia al Sur. En esa ocasión –y en posteriores visitas–, descubrí la cuarta lengua oficial suiza, llamada Romansh o en castellano, Romanche. Este descubrimiento fue accidental, ya que como no hablo alemán me intrigaba ver carteles que parecían escritos en una lengua latina, e inclusive al escuchar hablar a los lugareños a veces lograba entender de qué hablaban.

 

Aprendí entonces que Thusis es el punto final de uno de los principales pasos de los Alpes entre Italia y Suiza, y que fue usado cuando 60 años A.C. Julio Cesar y sus legiones invadieron esas tierras camino a la conquista de “las Galias”, que hasta hoy se la conoce como “Vía Mala” por lo estrecha y dificultosa.

 

Como era su costumbre, los romanos imponían su idioma y costumbres a los locales, y así nació una nueva lengua resultado de la combinación del latín vulgar, que hablaban los soldados y colonos romanos Se cree que el romanche se originó alrededor del año 15 antes de Cristo cuando los romanos conquistaron Rhaetia, lo que ahora es el Cantón de los Grisones. Con mi muy olvidado latín de la escuela secundaria, y algo de francés e italiano, este idioma era mucho más amistoso para mí que el alemán.

 

Varios años después, en otra visita a Tomils, acompañé a mi amigo a una estación de servicio. Allí vi, pegado en un panel, un anuncio de un concierto coral escrito en romanche. No recuerdo el texto completo, pero si el encabezamiento, que era el siguiente:

 

“IL 6 DE ZERCLADUR AS 15.40 URA...........”

 

y continuaba describiendo los detalles del concierto coral. Me intrigó inmediatamente la palabra “Zercladur”, pero ni mi amigo ni el amable empleado de la estación de servicio me pudieron explicar su significado. A último momento vino otro cliente que el empleado identificó como residente local, a él recurrimos. Miró el afiche y empezó a contar en voz alta en romanche “Januar…..Mai, Zercladur, Fanadur, Avust, September..” y nos dijo triunfalmente: ¡es el mes de Junio!

El final de la anécdota es que averiguamos que “Zercladur” y “Fanadur” eran los nombres originales de los meses Junio y Julio, que años después se cambiaría para honrar a Julio Cesar, y así lo conocemos actualmente nosotros. Con esa mezcla de idiomas e historia, el Romanche mantuvo los nombres de los meses que les habían enseñado cuando los invadieron…

 

Jorge Kitroser, 2021




Cuando escuché esta historia quedé maravillado y le pedí al autor que la escribiera y me permitiera subirla a La Pulpera. La idea de un dialecto que se pierde lentamente y que guarda constancia de tiempos pasados, cuando nuestro julio todavía no era Julio, me resulta tan desoladora como inquietante y atractiva. De modo que está aquí: "Perchè non tutto vada perdutto", como dice el dicho italiano.

El Pulpero

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