miércoles, 30 de julio de 2008

Jorge Corona y el Arcipreste de Hita

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Jorge Corona cuenta en sus espectáculos la historia de un certamen mundial de filosofía al que llegan dos finalistas: un alemán, discípulo de Heidegger y un gallego más astuto que filósofo. La controversia debe dirimirse por gestos, sin decir una palabra.
Comienza el alemán, levantando su dedo índice hacia el cielo. Replica el gallego, levantando también su índice y luego agrega el segundo dedo. Vuelve el alemán a su turno, levantando tres dedos, a lo que el gallego replica levantando los mismos tres dedos, para a continuación cerrarlos y dibujar círculos en el aire con su dedo índice.
Se levanta el alemán de su asiento y se inclina frente al gallego, lo felicita calurosamente y le levanta un brazo en reconocimiento de su triunfo.
El alemán relató su participación de la siguiente manera: “Le dije que Dios era único, él respondió que sí, pero que había tenido un hijo, Jesucristo. Acepté su respuesta y agregué al Espíritu Santo al señalar que eran tres. El reconoció enseguida mi postura y contestó que eran tres personas distintas pero un solo Dios verdadero que los englobaba. Es un genio y reconocí de inmediato su victoria”
El gallego dio otra versión de la contienda: “Me dijo de entrada que me iba a meter un dedo en el culo. Le dije que yo le iba a meter dos. El muy turro, me dijo que me metería tres. Le contesté que yo también le metería tres, pero que además, al más largo se lo iba a revolver... y ahí nomás se dio por vencido”.

-Papá, a ese cuento lo acabamos de leer en la clase de literatura anteayer, -me dijo mi hijo menor.
En efecto, el cuento es una versión casi literal (reemplazar culo por ojo) de “Disputa por señas”, de El libro del Buen Amor, de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, escrito entre 1330 y 1343.
No es Corona el único en usarlo, hay varias versiones posteriores, está en Gargantúa y Pantagruel y en los cuentos árabes de Ibn Asim, sin la Trinidad ni referencia alguna al Cristianismo. También hay versiones anteriores al Arcipreste. Se basa en uno de los pilares del humorismo que es la dificultad de la interpretación de todo lenguaje y las posibilidades del doble sentido.
Así que a dejar los prejuicios en casa y a reconocer en Jorge Corona su contribución a la difusión de uno de los hitos de la literatura española.
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