Jorge Alsina, editor
El editor Jorge Alsina es (ha sido) entusiasta, audaz, paciente, astuto, firme, corajudo y observador. Ha pasado años construyendo un catálogo (una literatura, una mirada) que ahora se desvanece. Viejo y cansado, mira por la ventana de sus oficinas de la calle Peña. Se balancea sin fuerzas en su sillón, entre asombrado y lejano. Atardece. Unas nubes pasan hacia el oeste y, por el lado del río, patos silvestres las acompañan en su ruta sin huellas.
Algunos autores, con sus libros, han empezado a abandonarlo.
Resignado, reflexiona sobre las verdaderas razones del abandono y repasa las cambiantes relaciones que tejió con los creadores y con sus libros. Al pensar en sus libros sonrió y recordó los primeros tiempos en el oficio, cuando todos eran mis libros. Había llegado al colmo de creerse El Autor de algunos autores, no de los consagrados, por cierto, pero sí de aquella camada que en alguna forma había modelado y arrojado a publicar, confiando en su intuición más que ellos mismos.
Más tarde ganó su combate contra la vanidad y se sintió un Editor pleno. Ni se le pasaba por la cabeza escribir: era el escritor, el libro, el responsable de la colección, el diseñador, el corrector, el librero y el lector, todo a la vez. Eso cuando las cosas andaban, porque cuando no, pasaba de ser el Quijote a un almacenero haciendo cuentas en una libreta con tapas de hule.
Ha pensado muchas veces: El editor tiene una función paternal. Cuando mis ojos seleccionan un texto, comienza un camino que termina con la diseminación de libros e ideas, algo parecido a la reproducción de las especies. La edición es un complejo proceso de parejas múltiples, una colmena donde los lazos se van recombinando para mantener vivo el sagrado objetivo de alumbrar un libro y perpetuarse.
Es casi inevitable que relaciones tan largas se vean afectadas por el tedio. Algunos libros y personajes están cansados de sus autores, y la recíproca también sucede: muchos autores se aburren de sus propias obras y de sus editores; se ven extraños, no se reconocen. El hastío y el cansancio son las verdaderas y atendibles razones de la huída.
Con los ojos semicerrados, su cara es una mezcla de indiferencia y resignación al sentir la fuga de sus libros desde los estantes. Mejor, se aliviana el catálogo. Ese Jonás Martínez me tenía lleno, piensa al ver partir a un conocido.
Un aleteo le trae el vivo recuerdo de un par de libros amados, y de aquel y de aquel otro. Se sabe con pocas fuerzas, pero de inmediato concibe un plan a su alcance. Un viejo editor como yo no puede ya cumplir una función paterna.
Enérgico, arranca hojas y mezcla autores y libros. Decidido, pero meticuloso, hace su trabajo. Ni afinidades ni oposiciones, sólo respeta la música, los rumores y los olores de cada uno. Reúne a los que necesitan conocerse. Molesta, trastoca, desordena.
La biblioteca se aquieta. El juego le ha traído una sensación de serenidad. Soy un Editor completo (terminado). La Celestina no lo hubiera hecho mejor. El arrebato lo deja exhausto. Se reacomoda en el sillón y duerme más profundo todavía.
Resignado, reflexiona sobre las verdaderas razones del abandono y repasa las cambiantes relaciones que tejió con los creadores y con sus libros. Al pensar en sus libros sonrió y recordó los primeros tiempos en el oficio, cuando todos eran mis libros. Había llegado al colmo de creerse El Autor de algunos autores, no de los consagrados, por cierto, pero sí de aquella camada que en alguna forma había modelado y arrojado a publicar, confiando en su intuición más que ellos mismos.
Más tarde ganó su combate contra la vanidad y se sintió un Editor pleno. Ni se le pasaba por la cabeza escribir: era el escritor, el libro, el responsable de la colección, el diseñador, el corrector, el librero y el lector, todo a la vez. Eso cuando las cosas andaban, porque cuando no, pasaba de ser el Quijote a un almacenero haciendo cuentas en una libreta con tapas de hule.
Ha pensado muchas veces: El editor tiene una función paternal. Cuando mis ojos seleccionan un texto, comienza un camino que termina con la diseminación de libros e ideas, algo parecido a la reproducción de las especies. La edición es un complejo proceso de parejas múltiples, una colmena donde los lazos se van recombinando para mantener vivo el sagrado objetivo de alumbrar un libro y perpetuarse.
Es casi inevitable que relaciones tan largas se vean afectadas por el tedio. Algunos libros y personajes están cansados de sus autores, y la recíproca también sucede: muchos autores se aburren de sus propias obras y de sus editores; se ven extraños, no se reconocen. El hastío y el cansancio son las verdaderas y atendibles razones de la huída.
Con los ojos semicerrados, su cara es una mezcla de indiferencia y resignación al sentir la fuga de sus libros desde los estantes. Mejor, se aliviana el catálogo. Ese Jonás Martínez me tenía lleno, piensa al ver partir a un conocido.
Un aleteo le trae el vivo recuerdo de un par de libros amados, y de aquel y de aquel otro. Se sabe con pocas fuerzas, pero de inmediato concibe un plan a su alcance. Un viejo editor como yo no puede ya cumplir una función paterna.
Enérgico, arranca hojas y mezcla autores y libros. Decidido, pero meticuloso, hace su trabajo. Ni afinidades ni oposiciones, sólo respeta la música, los rumores y los olores de cada uno. Reúne a los que necesitan conocerse. Molesta, trastoca, desordena.
La biblioteca se aquieta. El juego le ha traído una sensación de serenidad. Soy un Editor completo (terminado). La Celestina no lo hubiera hecho mejor. El arrebato lo deja exhausto. Se reacomoda en el sillón y duerme más profundo todavía.
Fernando Terreno
El autor de la ilustración es Rep (Miguel Repiso) y fue publicada por Página12, de modo que ha sido honorablemente sustraída a ambos.
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5 comentarios:
Fernando:
lo primero que se me ocurre es:
- que el cuento está muy, pero muy bueno, tanto, que no entendí bien si es tuyo.
-que si es sólo un ejercicio me gustaría leer el cuento verdadero,terminado, porque no entiendo cómo puede quedar mejor.
-que yo no hubiera dicho nada sobre la existencia de "víctimas", porque no las hay.
-que así como es el editor te imagino a vos, (con los adjetivos que están escritos en el primer párrafo).
un abrazo
Miss Marple:
Gracias, ya retiré esa apostilla del final por innecesaria y prestarse a confusiones.
La imaginación me sería propicia, pero, es pura ficción.
Un abrazo
muy, muy buen cuento, muy original pro en serio muy original, jaja
nda, esta excelente, criticar tu cuento(no con la connotacion terrible que carga) seria tan solo citar frases e imagenes, placentero el clima, con ese ritmo envolvente
felicidades
Un placer leer este cuento, Fernando.
Disfrutar de tus textos es siempre un placer,lo leí y era o es un remolino de sensaciones,cuando requiere a veces las cosas de nuestro propio ritmo.
La ilustración es preciosa Fernando una combinación de texto e imagen muy bien lograda.
Un fuerte abrazo.
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