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Roma no paga a traidores
1 Viriato
Roma y Cartago peleaban por la supremacía en el mediterráneo unos ciento cincuenta años antes de Cristo. El control de Hispania era uno de los objetivos de esa disputa -Portugal y España todavía no habían sido siquiera imaginados por persona alguna-, pero Viriato, el último caudillo lusitano, dominaba toda la península ibérica y oponía una gran resistencia a la expansión imperial. Durante varios años mantuvo en jaque a los romanos con tácticas de guerrilla y los derrotó en varias ocasiones, a pesar de lo cual, luego de vencer a Cartago, Roma acabó con él y la resistencia.
En Tríbola venció al romano Vetilio fingiéndose derrotado y huyendo, para luego rodearlo y arrasarlo. Tiempo después, Roma mandó a Quinto Fabio Máximo con 20.000 hombres que lo persiguieron y derrotaron en Bailén (el mismo lugar donde en 1808, combatieron los españoles contra los napoleónicos, con José de San Martín entre los combatientes) obligándolo a replegarse hacia la Sierra Morena. Consiguió rearmar sus fuerzas luego de refugiarse por un tiempo y volvió a las escaramuzas contra las legiones a cuyo mando estaba por entonces Serviliano.
La disputa con los romanos era en realidad para ver quién cobraba los tributos de lo que se producía en los valles del Guadiana, Guadalquivir, Ebro, etc.
Por un exceso de confianza o por un error de cálculo político, luego de una pequeña victoria en el año 139 a.d.C., decidió pactar una tregua con los romanos, enviando la propuesta a Serviliano por medio de tres lugartenientes: Ditalcón, Audax y Minuro.
Los enviados volvieron del campamento con cierta cantidad de oro y otras ideas. Murió asesinado a traición por sus propios subalternos y el camino de la victoria romana quedó despejado.
Los dominios se ampliaron con la asimilación de lusitanos y celtíberos que se replegaron hacia el norte, en la última etapa de la resistencia: el sitio de Numancia, que se rindió cinco años después de la muerte de Viriato.
La leyenda cuenta que, una vez que lo acuchillaron, volvieron al campamento romano a reclamar la paga y Serviliano los hizo matar después de decirles en la cara: “Roma no paga a traidores”. Es muy linda y romántica, pero apócrifa: los magnicidas cobraron por adelantado.
Con las gracias a Don Viriato González, de grúas La Camionera, que me hizo conocer al personaje en cuestión.
domingo, 15 de noviembre de 2009
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3 comentarios:
Toda una historia para recordar y sentirla.
Gracias por compartirla.
Saludos.
Donde se demuestra que el mundo no ha cambiado un carajo y que la lealtad era y sigue siendo una rareza.
Cuando era chico tenía un libro que no me acuerdo de quien era con un texto que no sé de quién es, en verso, que tenía una diatriba contra los sitiadores de Numancia, que se dice es el repertorio más completo de insultos en lengua española que se conoce. Era algo maravilloso.
Me gustaría releerlo. Si lo conocés, me encantaría que me ilustraras y me contaras quién es el autor.
Disfruto mucho tus paseos por la historia y no tenía idea de que San Martín había combatido ahí.
Gracias a ambos.
Santiago, no tengo idea del libro con insultos hacia los romanos. Lo que te adelanto, es que en los próximos días subiré la segunda parte, enfocada en Numancia.
Un abrazo.
Fernando
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