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Gajes del oficio -Servicios Fúnebres-
La calle estaba desierta, no se veía un alma. El sol de finales de la primavera de 1954 todavía quemaba el pavimento de la mediana ciudad provinciana. Salvador cerró la puerta de “Sepelios Amatti”, caminó dos cuadras y entró, a duras penas, a la “Florería Pellegrino”.
-Salud, colega. Vengo a charlar un poco con vos.
Atrás, en el depósito, estaba Pipo arrancando las flores marchitas y las hojas mustias, para ir “matando la tarde” como solía decir. Parco como era, lo invitó a pasar moviendo la mano.
-¿Hay trabajo en puerta…?
-¡Que va! El negocio está totalmente parado. No hay un muerto en diez leguas a la redonda…
-Creí que venías a avisarme… y te encuentro con esa cara de velorio.
Salvador siempre vestía sobriamente, camisa blanca y ropa negra. Lo notó muy demacrado, pero no le dijo nada más. Siguió sacando hojitas mientras sacudía incrédulo la cabeza tratando de pensar en el motivo capaz de haberlo hecho salir de la cochería.
-¿Cómo querés que esté? ¡Hace cuarenta y cinco días que no hago un servicio! El último fue el de…
-…doña Juana Martincich. No me hagás acordar. Todavía me deben 6 coronas…
Pipo alargaba las frases y lo interrogaba con sus gestos. Hasta que Salvador largó el entripado.
-La Penicilina, -se despachó, como quién dicta sentencia-. Nos va a matar a todos. Acordate lo que te digo.
Después se quedó en silencio, resignado. Ninguno de los dos volvió a decir una palabra. Tomaron unos mates pasándose la calabaza con unos sonidos de compromiso. Al cabo de un rato se levantó para irse. El fresco y el olor de las flores parecía haberlo reanimado. Desde la puerta volvió la cabeza:
-Todo tiene su fin. Ya le vamos a encontrar la vuelta.
En recuerdo del Tío Pipo.
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miércoles, 23 de febrero de 2011
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10 comentarios:
Y si no es la penicilina, será otra porquería que inventen para matarnos.
Impecable la anécdota.
Esto es verdad:
My husband, desde su más tierna juventud,tuvo una gama muy variada de empleos durante sus vacaciones en este pintoresco pueblo que lo vio nacer.
Uno de ellos fue en una carpintería donde entre otras cosas hacían cajones de muertos.
Parece que los cajones eran todos de la misma madera (la más barata), peeero, los recubrían con diferente papeles que le daban aspecto de roble, cedro etc.que hacían variar el precio.
El cajón de un obispo que murió acá era de un papel espectacular!!!
Sospecho que los funebreros siguen haciendo dinero de la mima manera:)
Tal vez hayan tomado esa decisión después de la aparición penicilina.
Juan Pascualero debe tener buenos cuentos de su pueblo respecto al tema.
Lindísimas las fotos!
andal13:
Gracias. Son los efectos colaterales de los antibióticos.
Marple:
La cadena de vinculados a los SF es larga, incluye por supuesto a médicos, carpinteros, curas, floristas, cochería y, ahora, salas y remises.
Aprovecho para decirte que veas el blog de Lombilla si no lo has hecho ya. El link está abajo entre los blogs recomendados. Parece hecho para vos.
Un abrazo.
El blog está buenísimo!
Evidentemente aunque no sea nuestra intención, nos revelamos en los blogs .
En el acápite ( creo que se dice así) está la luna de Meliés
Hace tiempo que ando pensando ponerla como mi foto de perfil.
Esa luna, para mí representa en lo individual la incapacidad de ser totalmente objetivos porque miramos muchas veces con un solo ojo y en lo general los desopilantes resultados a que puede llegar el Hombre cuando se embarca detrás de las utopías (como la de los hombres de Verne y Wells que se largaron a conquistar la Luna).
abrazos.
Esta Marple
Le saca la ilusión a todo.
Hace poco tuve que elegir ataúdes, por segunda vez en no mucho tiempo.
Y bueno, viste cómo es, uno no quiere que el ser querido sea enterrado en una basura y no quiere sentirse un microbio amarrete, entonces decís, este no, que parece de pino nacional y se va a hacer pelota enseguida. Y mirás para allá y ves uno que, sin ser de roble, parece como más decente, qué sé yo. Y le hacés sacar el crucifijo, como buen uruguayo ateo y pagás un toco más.
Y ahora resulta que era de papel.
La vida es de papel y la muerte también.
Qué la parió a Marple con su realismo cruel.
A todo me le saca el color.
A todo.
qué cosa las cosas que nos distraen de las buenas cosas, mecachendié!
volviendo a andar por las veredas del sol, volví por acá y entonces, qué placer, Fernando!
y luego, la curiosidad me llevo hasta lo del Santi. gracias por esta puerta!
excelente relato éste y buenísimo todo!
abrazos!
miralunas:
Gracias. Nos leemos.
Aclaración .
el tema era así:
el papel , que simulaba ser madera,se ponía cubriendo la pieza fúnebre.
Luego se le pasaba algo así como alcohol que dejaba impreso en la madera las vetas que estaban en el papel.
El papel luego se sacaba.
Lo aclaro por que me dio lástima el Santi.
De todos modos era por allá por los 60 y en un pueblo perdido entre los cerros de la penillanura ondulada uruguaya:)
La Marple me mojó la oreja... Y como nó!! En sto. Pepe existe una funeraria cuyo propietario a pesar de ser una persona muy sobria y educada dejó caer una frase que todo el mundo repite: "Yo no deseo mal a nadie... pero que a mí no me falte trabajo"
Juan:
¡La gran Pepe! Esa frase es para un cuadrito.
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