Turismo Literario 5
Giuseppe Tomasi di Lampedusa y Homero – Sicilia, Italia
Hoy recorreremos Sicilia, de la mano de dos cicerones singulares. Uno aristócrata, nacido y criado en la isla, escritor reconocido después de su muerte. Toda su obra y su bien ganada fama son póstumas: es el autor de El Gatopardo. El otro, griego, no estuvo jamás en su vida allí, para colmo de males era ciego, y lo que escribió sobre esta zona es tan antiguo que corre serios riesgos de estar desactualizado; sin embargo su libro de viajes es uno de los más leídos y ha encabezado por siglos la lista de best-sellers: La Odisea.
Así hablamos de los Nébrodi, del sabor de la miel de Melilli, del ondear de las mieses en un día ventoso de mayo, como se ven desde Enna, de las soledades alrededor de Siracusa, de las ráfagas de perfume vertidas sobre Palermo por los naranjales en ciertos anocheceres de junio. Hablamos del encanto de ciertas noches estivales a la vista del golfo de Castellammare, cuando las estrellas se reflejan en el mar que duerme y el espíritu…
-El mar, el mar de Sicilia es el más azul, el más romántico de todos los que he visto; será la única cosa que no conseguiréis estropear, claro, fuera de las ciudades, quiero decir. En los restaurantes junto al mar, ¿se sirven todavía erizos partidos por la mitad?
…
-¿No has estado nunca en Augusta…? ¿…en el pequeño golfo interior, más arriba de punta Izzo…?
- Ciertamente, es el lugar más hermoso de Sicilia, por suerte no descubierto todavía… la costa es salvaje y más allá de las olas tornasoladas, se levanta el Etna. Desde ningún sitio es tan hermoso como desde allí, tranquilo, poderoso, verdaderamente divino.
Tomasi di Lampedusa, El profesor y la sirena - cuento, (Racconti), 1961, Editoria Noguer, Barcelona.
Sicilia tiene la forma de una escuadra triangular cuyo vértice mira al oeste. Una carretera recorre todo su perímetro. Palermo, la capital, está en la mitad del lado superior y si seguimos el recorrido, en sentido antihorario, encontramos a Marsala (la de los vinos) en el vértice oeste; Agrigento, en la mitad del lado inferior y en el lado este, tenemos a Siracusa, Catania, Taormina y a Messina, separada del continente por un estrecho de sólo 3 kilómetros. Enna es una ciudad pequeña, ubicada en el centro de la isla, a 1000 de altura, por lo que en los días claros el paisaje es incomparable y se ve hasta el volcán Etna. Augusta, a la que se hace referencia en el cuento, es una ciudad a mitad de camino entre Siracusa y Catania. Los Nébrodi son unos montes al norte, entre Messina y Palermo y Melilli (¿qué más que miel podría haber allí con ese nombre?) es un pequeño pueblito al norte de Siracusa.
Entre tantos, hay otro pueblo famoso en Sicilia: Corleone. Allí nació el protagonista de la saga “El Padrino”, novela de Mario Puzzo que llevó al cine Francis Ford Coppola. Está al sur de Palermo, es bonito, pero no hay allí referencias ni parientes de Vito Corleone. La dudosa fama de ser sede de mafiosos es un estigma que sus pobladores llevan con cierto fastidio y buscan, infructuosamente, cualquier modo de sacarse de arriba.
Cada paso, cada accidente geográfico, cada piedra en Sicilia es un compendio de historia… griega. Toda la zona pertenecía a la Magna Grecia y aquí es donde las leyendas y la Odisea de Homero vienen a acompañarnos. Allí tenemos al Etna, cuyas erupciones serían el resultado de la victoria de Zeus en su lucha contra los Titanes, ya que arrojó a Tifón adentro del cráter y este, cada tanto, nos hace saber que está enojado rugiendo y vomitando lava. En esa misma lava se arrojó otro siciliano célebre, el filósofo Empédocles, a modo de protesta contra la corrupción generalizada de su pueblo (para mí que estaba de verdad en-pedo-cles).
No muy lejos de allí llegamos a los pagos de Polifemo, el cíclope al que Ulises (Odiseo) dejó ciego según consta en el canto noveno de la obra y que, furioso, quiso cortarle la retirada arrojando piedras gigantescas contra sus naves. Esas piedras gigantescas serían las Islas Eolias, un pequeño archipiélago al N-O de la isla grande. Otros dicen que aquellas piedras no son Las Eolias sino las que se ven desde la costa cerca de Aci Reale - Catania y que llaman La Ribera de los Cíclopes. El Polifemo ese no se andaba con chiquitas, y celoso de un pastor llamado Acis con el que se disputaba el amor de una tal Galatea lo mató y troceó en nueve porciones que diseminó por toda la zona fundando nueve pueblos. Eso sí, se ve que en el fondo tenía buen corazón porque a cada uno le puso un nombre en su recuerdo: Aci Trezza, Aci Reale, Aci Castello, etc. etc. todos en la provincia de Catania.
Esto me da pie para terminar nuestro paseo de hoy. Tengo dos razones para hacerlo: la primera es que se está haciendo demasiado largo y no quisiera cansarlos; la segunda es que el protagonista de El profesor y la sirena, Rosario La Ciura, nació justamente en Aci Castello y me acaba de decir que desea quedarse aquí.
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domingo, 21 de agosto de 2011
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6 comentarios:
Buenísimo este paseo por la Sicilia literaria.
Me tomaría una copita de Marsala, aura que dice.
andal13:
También podríamos brindar con ese batido de yema de huevo con azúcar y marsala* a gusto. Una especie de bomba de colesterol y alcohol con que los "nonos" nos querían sacar robustos pero sólo conseguían aficionarnos al trago.
*si no se consigue marsala se le puede poner oporto, vino de misa, moscato o cualquier cosa parecida. Tampoco es cuestión de ser muy rígido en cuestiones turísticas...
Aunque me averguenza, debo reconocer que los prejuicios a veces generan chistes graciosos. Mis abuelos, piamonteses ellos, despreciaban cordialmente a los sureños y trasmitieron a algunos de sus hijos ese sentimiento. Uno de mis tíos llegó a decir de "fulanito": "Éste decía ser italiano y ahora resulta que es siciliano"
Pido perdón pero no resisto la tentación de contar el caso del norteamericano que enseñó a sus hijos que los reyes magos eran dos.-
juan pascualero:
No sabés cómo te entiendo. Uno de mis abuelos decía algo parecido: "Un brunzín de la bassa..." deformación de bronzini, es decir bronceados, para referirse a "esos africanos".
También te digo que Lampedusa les devolvía esas atenciones y, a su vez, se reía de eso mordazmente. El cuento transcurre en Turín: donde se encuentran muchas putas y poca cultura...
Impresionante el chiste.
Un abrazo
Azar concurrente: estuve releyendo hace poco a Lampedusa, a su formidable Gatopardo. Leí,por cierto, estos días,que para el novelista español Javier Marías,El Gatopardo es una de sus novelas canónicas.
Un abrazo,
Freddy
Biscuter:
No sé por qué pero imagino que el Profesor La Ciura tiene algunas cualidades y afinidades compartidas con vos.
Espero que sean de tu agrado. Un abrazo.
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