El Cardenal fue el artífice de los acuerdos entre Colón y
los Reyes Católicos que concluyeron en los viajes a América.
Al Duque, entre otras maravillas no menores, Cervantes le
dedicó el Quijote y Góngora sus Soledades.
Pedro González de Mendoza (1428-1495), quinto hijo del Marqués de
Santillana (1398-1458) , hombre de letras y la diplomacia, militar brillante y
miembro de la iglesia, fue la encarnación del Renacimiento en España. Tradujo a
Ovidio, a Virgilio y a Homero del latín al castellano. Nebrija, el autor de la
primera gramática castellana, le dedicó varias obras en agradecimiento por su
apoyo. Como militar fue decisivo en la toma de Granada (uno de los primeros en
entrar a la ciudad al frente de sus tropas) en 1492 y negociar la rendición de
Boabdil.
Como eclesiástico fue obispo a los
26 años y culminó su carrera como Gran
Cardenal de España, cuando era reconocido como el "tercer Rey de
España", durante el reinado de los Reyes Católicos.Tuvo tres hijos, "los bellos pecados del Cardenal" según Isabel la Católica, los dos primeros con la portuguesa Mencía de Lemos (con quien convivió varios años) y el tercero con Inés de Tovar. Tan grande era su poder que los tres fueron reconocidos y legitimados con su apellido por el mismísimo Papa.
Por un lado, que los miembros de la iglesia tuvieran hijos era casi habitual en esa época y, por otro, era hijo ‘e tigre, ya que su padre -el Marqués de Santillana- tampoco le hacía asco al asunto, como el mismo nos lo ha hecho saber en su serranilla “La vaquera de la finojoza” y otras similares.
Protegió a Colón y se ocupó personalmente, a su regreso del primer viaje en 1493, de que se cumplieran las capitulaciones, lo hicieran noble y le retribuyeran de acuerdo con ellas. Poco tiempo después murió, y Colón, sin su protector, fue despojado y entró en un conflicto con la corona que tardó siglos en resolverse.
Por si toda esta gloria no bastara, un delicioso cognac (brandy o como le quieran llamar) lleva su nombre. Además del placer de saborearlo, mientras nos tomamos un traguito, podemos dejar volar nuestra imaginación y acompañar al cardenal en cualquiera de los roles en los que descollaba.
Alfonso Diego López de Zúñiga-Sotomayor y Pérez de Guzmán
(1569-1619), VI Duque de Béjar, fue uno de los mecenas literarios más
importantes de su época. Muchos agradecidos autores le dedicaron sus obras.
Esto hicieron Miguel de Cervantes (1547-1616) con la primera
parte del Quijote,
Pedro de Espinoza con Primera Parte de las Flores
de Poetas ilustres de España, Juan López del Valle con Soneto a las
grandezas del Duque de Béjar, Cristóbal de Mesa con sus Rimas y Luis de Góngora (1561-1627) con Soledades.Lope de Vega (1562-1635) no se quedó atrás. En varias de sus obras (Liras poéticas) (La Arcadia, libro III) hace mención a Béjar, destacando líricamente su naturaleza. Creo que Quevedo (1580-1645) es la excepción, su mecenas era el Conde-Duque de Olivares, con quién en algún momento se peleó y lo mandó a la cárcel.
Casualidades, si las hay, varios de ellos vivieron para la misma época en Madrid, en el mismo barrio, dispersos en un radio de doscientos metros. Veamos lo que dicen al respecto dos conocidos hombres de letras españoles:
"En el siglo
XVII, el Barrio de las Letras estaba lleno de gañanes y de huertas (de ahí la
calle de las Huertas), de prostíbulos y de picaros, de señoras de mala vida y
de mujeres que suspiraban en loor de santidad. En este barrio vivió Lope de
Vega (1562-1635) sus últimos años. También lo hizo Cervantes
(1547-1616)..."
Tomas García Yebra
«Se odiaban a muerte. Eran tan españoles
que no podían verse unos a otros. Se envidiaban los éxitos, la fama y el
dinero. Se despreciaban y zaherían cuanto les era posible. Se escribían versos
mordaces, insultándose. Hasta se denunciaban entre sí. Eran unos hijos de la
grandísima puta, casi todos. Pero eran unos genios inmensos, inteligentes. Los
más grandes. Ellos forjaron la lengua magnífica en la que hablamos ahora.» «
Nunca en la historia de la cultura universal se dio tanta concentración de
talento en cuatro o cinco calles. Se cruzaban cada día unos y otros, odiándose
y admirándose al mismo tiempo, como os digo. Ahí está la casa de Lope, donde
alojó a su amigo el capitán Contreras, a pocos metros de la casa que Quevedo
compró para poder echar a su enemigo Góngora. Por esta esquina se paseaban el
jorobado Ruiz de Alarcón, que vino de México, y el joven Calderón de la Barca,
que había sido soldado en Flandes. En el convento que hay detrás enterraron a
Cervantes, tan fracasado y pobre que ni siquiera se conservan sus huesos. Y
Lope…»
Arturo Pérez Reverte
Parece que en algún momento el Duque anduvo apretado o
cabrero y dejó a Cervantes en la lona, de donde fue rescatado por el Conde de Lemos
que ligó, en consecuencia, la dedicatoria de la segunda parte de su obra.
Igual brindamos por usted don Alfonso (con Cardenal
Mendoza, por supuesto). ¡Salud!.
4 comentarios:
¡¡¡ Que nunca falte!!!... jejeje...con Cardenal Mendoza o con lo que sea, amigo. Un abrazo.
Flaca
Como podrás ver, ya tomé las precacuciones del caso: agrandé la botella. Porque con tantas cosas por las que brindar y algunas "piernas" que ni te digo...
¡Hasta los próximos brindis!
Un abrazo duplicado.
Yo brindo por esa curiosidad tuya,vertiginosa.
Un abrazo amigo.
América:
Además de agradecerte la visita, ahora reparo que tu nombre tiene mucho que ver con esa mediación del Cardenal...
Un abrazo.
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