viernes, 4 de octubre de 2013

Cuando la tarde se va...


Las últimas horas de la tarde, con su inquietud, desasosiego o melancolía, han sido fuente de inspiración de muchos poetas. Acá van algunos de los recuerdos que esas musas dejaron.

1
Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos pero es intraducible como una música…
EL FIN, cuento, Jorge Luis Borges (1899–1986) (Artificios, 1944; Ficciones, 1944)

2
SANTOS VEGA, poema de Rafael Obligado
EL ALMA DEL PAYADOR
Cuando la tarde se inclina
sollozando al occidente,
corre una sombra doliente
sobre la pampa argentina.
Y cuando el sol ilumina
con luz brillante y serena
del ancho campo la escena,
la melancólica sombra
huye besando su alfombra
con el afán de la pena.


3
ZAMBA DEL TIEMPO LEJOS – Zamba de Arturo Dávalos.
Cuando la tarde se va
y el camino del cerro subimos los dos
siento nostalgia al pensar
que no volverás, que no volverás.
Por el arroyo tu voz
saltarina en las piedras parece decir
llévame siempre hacia el mar
donde morirás, donde morirás.


4
CALLE DESCONOCIDA Fervor de Buenos Aires, Joge Luis Borges.

Penumbra de la paloma
llamaron los hebreos a la iniciación de la tarde
cuando la sombra no entorpece los pasos
y la venida de la noche se advierte
como una música esperada y antigua,

como un grato declive.
Quizá esa hora de la tarde de plata
diera su ternura a la calle,
haciéndola tan real como un verso
olvidado y recuperado.
Sólo después reflexioné
que aquella calle de la tarde era ajena,
que toda casa es un candelabro
donde las vidas de los hombres arden
como velas aisladas,
que todo inmediato paso nuestro
camina sobre Gólgotas.

(Continuará)
El autor de la viñeta es Fournier.
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