Los cuentos seleccionados hoy también invierten la historia que nos contó Homero y dan otras versiones, tan poco fidedignas como la original.
Epílogo
de Las Ilíadas (1966)
Desde el alcázar del palacio lo
vio llegar a Itaca de regreso de la guerra de Troya. Habían pasado treinta años
desde su partida. Estaba irreconocible, pero ella lo reconoció.
-Tú -le dice a una muchacha-,
siéntate en mi silla e hila en mi rueca. Y ustedes -añade dirigiéndose a los
jóvenes-, finjan ser los pretendientes. Y cuando él cruce el lapídeo umbral y
blandiendo sus armas quiera castigarlos, simulen caer al suelo entre gritos de
dolor o escapen como del propio Ayax.
Y la provecta Penélope de cabellos
blancos, oculta detrás de una columna, sonreía con desdentada sonrisa y se
restregaba las manos sarmentosas.
Marco Denevi (Falsificaciones)
La
tela de Penélope o quién engaña a quién (1969)
Hace muchos años vivía en Grecia
un hombre llamado Ulises (quien a pesar de ser bastante sabio era muy astuto),
casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada cuyo único defecto era
su desmedida afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola
largas temporadas.
Dice la leyenda que en cada
ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de sus prohibiciones
ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le
podía ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca,
hasta que sin decirle nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.
De esta manera ella conseguía mantenerlo
alejado mientras coqueteaba con sus pretendientes, haciéndoles creer que tejía
mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajaba mientras ella tejía, como pudo
haber imaginado Homero, que, como se sabe, a veces dormía y no se daba cuenta
de nada.
Augusto
Monterroso
(La oveja negra y demás fábulas)
Como
nobleza obliga, digamos que desde sus primeros lectores, la obra de Homero fue siendo reinterpretada y
varios escritores han dejado constancia del asunto, entre ellos Alberto
Moravia, en su novela El desprecio,
de 1954, donde dice:
-En realidad,
Ulises es un hombre que teme volver junto a su mujer… Su espíritu aventurero,
tan famoso, en realidad es sólo un deseo inconsciente de enlentecer el viaje… Y
los que se oponen al retorno de Ulises no son ya sólo Escila y Caribdis,
Calipso y los feacios, Polifemo, Circe y los dioses. No; es el propio
subconsciente de Ulises el que poco a poco va ofreciendo al propio Ulises
buenos pretextos para estar aquí un año, allí dos, etcétera. (pág.
142 – Ed. Plaza y Janés)
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