lunes, 17 de febrero de 2014

Con el mismo cuento 18 – Perseguidos y perseguidores

El mismo pero distinto


A pesar de ser algo obvio y reiterado en los relatos policiales, la persecución, el tema de los cuentos de hoy, tiene una interesante vuelta de tuerca en los tres casos:

El hombre que miraba pasar los trenes, 1938, Georges Simenon
El hombre en la calle, 1939, Georges Simenon
El mismo cuento distinto, 1994, Gabriel García Márquez

El hombre que miraba pasar los trenes  es una novela espléndida donde se mezclan escenas de la vida pueblerina y de la gran ciudad. La bancarrota de un empresario deriva en un crimen con motivo sexual y cuando parece que se trata de un policial clásico irrumpen las cuestiones psicológicas que empezaban a estar de moda. En los capítulos finales hay una persecución que consiste en cerrar el círculo sobre el asesino –que manda cartas a los diarios cuestionando el tratamiento que la prensa da a su caso–simplemente esperando que se le acabe el dinero.
El comisario Lucas se encarga personalmente del caso y acosa por las calles de París al holandés Kees Popinga, a quien ni siquiera ha podido verle la cara cuando anuncia a la prensa que su captura es cuestión de días… 
Esta es una de las novelas “sin Maigret” de Simenon, a pesar de que el comisario ya había hecho su aparición unos años antes, en 1931.

Al año siguiente Simenon publicó un cuento corto: El hombre en la calle, cuyo núcleo central es similar a la persecución de la novela anterior con dos variantes significativas: el comisario Maigret y su perseguido se ven a cada rato y la solución de la trama incluye un sacrificio por amor. El comisario Lucas, de la novela anterior,  hace de ayudante de Maigret en esta ocasión.
Bien mirado es un cuento como cualquier otro de los suyos, uno más en una producción tan fecunda que es natural que incluya algunas reiteraciones. Pero hay un hecho que lo hace singular: Gabriel García Márquez lo leyó en 1949 y quedó impresionado con él, a la vez que olvidó título y autor durante más de cuarenta años.

Cuando por fin pudo dar con el cuento, en 1993, escribió El mismo cuento distinto como prólogo a una reedición del mismo y, a la vez, homenaje al gran escritor belga. Es una miniatura de tres páginas donde cuenta dos historias: la búsqueda del cuento perdido en su memoria –narrada como si fuera una persecución al estilo Simenon–  y el cotejo del recuerdo que guardaba con las contradictorias sensaciones que le produjo su relectura. En un juego maestro de intertextualidad cierra al mejor estilo de Borges con una reflexión sobre las veleidades de la memoria y de los olvidos.

 
El hombre en la calle acá:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/simenon/el_hombre_en_la_calle.htm
El mismo cuento distinto acá:
http://antologiasinpoesia.blogspot.com.ar/2013/09/dos-prologos-de-gabriel-garcia-marquez.html
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