Pero, si la elección del nombre de un hijo es trabajosa para sus padres, les puedo asegurar que el de las criaturas de la ficción es tanto o más complicada para los autores, que ponen en esa tarea todo su talento y energía.
Además del nombre tienen que encontrar un apellido a sus personajes y, “por subjetivo que se crea, todo nombre se parece a quien lo lleva y eso es mucho más notable en la ficción que en la vida real.” Esto dijo García Márquez en un homenaje a Juan Rulfo, de quien se decía que sacaba los nombres “leyendo lápidas de tumbas en los cementerios de Jalisco.”
La vieja Tomasina, la partera, se lo dijo, tas preñada, le dijo, y ella
sintió un miedo oscuro y pegajoso: llevar una criatura adentro como un… Estás
segura, Tomasina, preguntó, pero no preguntó, asintió. Porque ya lo sabía… Pero m’hija, había dicho la mujer, llevo
anunciando más partos que potros tiene tu marido.
“Patrón”,
cuento de Abelardo Castillo
¡Qué complejo es el tiempo, y sin
embargo, qué sencillo! Ahora estoy sentada en el sillón de Viena, en el living,
y puedo ver la sombra de Leopoldo que se desviste en el cuarto de baño. …
Soy la poetisa Adelina Flores. ¿Soy la poetisa Adelina Flores? Tengo cincuenta y
seis años y he publicado tres libros: El camino
perdido, Luz a lo lejos y La dura oscuridad. Ahora veo la sombra de mi cuñado Leopoldo proyectándose agrandada sobre el vidrio de la puerta del baño. La
puerta…
“Sombras
sobre vidrio esmerilado” cuento de Juan
José Saer
Brillantes
nombradores, Castillo y Saer, encontraron el apelativo preciso para sus
personajes: Tomasina; se me hace que no puede haber nombre más apropiado para
una partera de campo y, Adelina Flores, insuperable para una poetisa de
ciudad pequeña.
Por
el contrario, guapos y compadritos han sido una construcción poco feliz en la
literatura argentina –en mi modesta opinión–, tanto que no han conseguido
siquiera imponerlos ni hacerlos
creíbles. Los nombres elegidos por sus autores se me ocurren muy artificiales y
parte de ese fracaso. No ocurre lo mismo con la excelente elección de
Fontanarrosa para su guapo de farsa y con el excepcional y grotesco de Roberto
Cossa: ni siquiera se tomó el trabajo de inventarlo, lo tomó de un tango de
Cadícamo. A las pruebas me remito:
Servando
Gómez, Ecuménico López, Rosendo Juárez, Jacinto Chiclana, María Antonia
Barrales y El Morocho Aldao.
Estos
guapos de fantasía pertenecen, los dos primeros, a Samuel Eichelbaum (Un tal Servando
Gómez y Un guapo del 900); los siguientes a Jorge Luis Borges (El hombre
de la esquina rosada y Milonga para Jacinto Chiclana) y los últimos, dos
guapos de utilería, a las parodias que imaginaron Roberto Fontanarrosa (Destino de mujer) y Roberto Cossa (Los compadritos.)
Por
hoy el Registro Civil cierra acá, pero seguiremos porque el tema está pidiendo más
nombres. Hasta la próxima.
El dibujo del encabezado es de Alberto Montt. La caricatura de Abelardo Castillo es del uruguayo Jaime Clara. La ilustración es de José Massaroli y José Ferrari.
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2 comentarios:
Los nombres marcan,sobre todo los que pertenecen casi por derecho propio a la literatura,los hacemos nuestros y los sentimos hasta cercanos.Esta pulpera tiene muchos registros.
Abrazos.
América (¡qué nombre!):
No sé si en Venezuela se usa, pero acá, hace ya mucho tiempo, se usaba bautizar a los hijos con el nombre de la santa o santo del día del nacimiento. Eso ha alejado a mucha gente de la religión... descontentos con sus nombres.
Ahora los sacamos de libros, películas, series y ... jugadores de fútbol.
Un abrazo.
Fernando
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