domingo, 29 de junio de 2014

Películas


No volveremos a ver películas. El mundo que creíamos conocer a través de ellas ha desaparecido. Tendremos que aprender nuevos modos de comer, de desvestirnos, de besar, de caminar, de mirar y reconocer paisajes. Los cambios que las nuevas tecnologías provocan en la naturaleza de la imagen modifican nuestra percepción del mundo. Esto plantea el director rumano Corneliu Porumbiou en su película Cae la noche en Bucarest¿Qué consecuencias tiene, en lo que vemos, el paso del viejo cine analógico al digital? “Yo estoy formateado en 35 mm”, dice el protagonista.
Dejemos a un lado a Cae la noche… y a la imagen digital para hacer un ligero repaso sobre el camino de la fotografía al cine de los Lumière, sobre el por qué de las películas y sus formatos más clásicos.
El paso de la foto rígida –una placa cubierta con emulsión fotosensible– a algo que permitiera  reunir muchas imágenes similares, que al proyectarlas una tras otra diera la sensación de movimiento, necesitó contar con un soporte sobre el cual poner la emulsión. Ese soporte debía ser flexible y delgado, para que pudiera almacenar la gran cantidad de fotos necesarias durante el tiempo de proyección.
Al principio se utilizaron bases de papel y de gelatina pero, hacia 1887, H. Goodwin empezó a utilizar placas de nitrocelulosa y de allí en adelante, en poco tiempo, se desarrollaron los rollos de cinta de celuloide con perforaciones en ambos lados que permitían a las máquinas proyectar cuadro por cuadro.


Ya que hablamos de esta cinta de celuloide, digamos que la característica de ser delgada, para poder enrollarla, es lo que le da el nombre de película.
Película: piel delgada y delicada. Viene del latín pellicula que, a su vez, es el diminutivo de pellis, piel.
Film, el equivalente inglés de nuestra palabra, viene del inglés antiguo filmen: prepucio, piel delicada que cubre la cabeza del pene.
Como se puede ver ambas palabras tienen la misma raíz: piel delicada. Pero mejor dejemos estas divagaciones y sigamos con el tema original.

En los comienzos del cine mudo se filmaba en rollos de 35 mm de ancho, a razón de 16 a 20 cuadros por segundo, pero esto daba a nuestro ojo una sensación de falta de continuidad. Buster Keaton y Chaplin parecían andar a los saltos, de modo que de allí se pasó a uno de los formatos más duraderos de la historia: rollos de 35 mm de ancho, cuadros de 21 x 15,75 mm, 24 cuadros/seg. Si dividimos 21:15,75 o 4:3 obtenemos 1,33:1, relación entre el ancho y la altura de lo que vemos en la pantalla (cualquiera sea su tamaño), formato que luego se trasladó a los primeros televisores.
Al agregarle el sonido, manteniendo los mismos rollos, hubo que achicar el ancho de los cuadros de las fotos y la relación pasó a ser 1,375:1, llamada Academic Standard.
Después de la 2ª Guerra Mundial se usaron otros sistemas más sofisticados de proyección, algunos usando hasta tres máquinas simultáneas: Cinerama, Technirama, Cinemascope, Todd ao, Panavisión; con relaciones ancho/alto de pantalla entre 2,35 y 2,66:1, lo que da una vista que llamamos “panorámica”.

En El Gran Hotel Budapest, el director Wes Anderson juega con el asunto y proyecta en 1,33:1 las escenas que ocurren en 1932,  en 2,35:1 (Cinemascope) las que transcurren en los años 60 y en 1,85:1 (el formato digital widescreen en que vemos los partidos del mundial)  la parte actual. Todo en una misma película.
Películas, lo que se dice películas, no volveremos ya a ver; pero podemos reunirnos y echarle una mirada a unas vistas o como quiera que llamemos al cine en el futuro.
 


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2 comentarios:

América dijo...

Poco que agregar a tu articulo minucioso,y así es, todo transcurre muy rápido,de aquellas películas a las que haces referencia,cuanta agua bajo el puente.El caso es que ya no recibimos cartas que se pongan amarillas con el tiempo;e-mail,mensajes de texto,fotos con la magia de los programas de retoque,llamadas instantáneas que no dan tiempo para pensar!!!!!!...
Nos quedaremos con todo lo bueno de nuestros tiempos y esa nostalgia de lo que ya no regresa.
Un abrazo mi amigo.

Fernando Terreno dijo...

Muy buena tu reflexión. ¡Quién dijo que todo tiempo pasado fue mejor! El mejor es ESTE.
Un fuerte abrazo para vos.