PETER PAN
Cada vez que hay luna llena yo cierro las ventanas
de casa, porque el padre de Mendoza es el hombre lobo y no quiero que se meta
en mi cuarto. En verdad no debería asustarme porque el papá de Salazar es
Batman y a esas horas debería estar vigilando las calles, pero mejor cierro la
ventana porque Merino dice que su padre es Joker, y Joker se la tiene jurada al
papá de Salazar.
Todos los papás de mis amigos son superhéroes o
villanos famosos, menos mi padre que insiste en que él sólo vende seguros y que
no me crea esas tonterías. Aunque no son tonterías porque el otro día Gómez me
dijo que su papá era Tarzán y me enseñó su cuchillo, todo manchado con sangre
de leopardo.
A mí me gustaría que mi padre fuese alguien, pero
no hay ningún héroe que use corbata y chaqueta de cuadritos. Si yo fuera hijo
de Conan, Skywalker o Spiderman, entonces nadie volvería a pegarme en el
recreo. Por eso me puse a pensar quién podría ser mi padre.
Un día se quedó frito leyendo el periódico y lo vi
todo flaco y largo sobre el sofá, con sus bigotes de mosquetero y sus manos
pálidas, blancas blancas como el mármol de la mesa. Entonces corrí a la cocina
y saqué el hacha de cortar la carne. Por la ventana entraban la luz de la luna
y los aullidos del papá de Mendoza, pero mi padre ya grita más fuerte y parece
un pirata de verdad. Que se cuiden Merino, Salazar y Gómez, porque ahora soy el
hijo del Capitán Garfio.
Fernando Iwasaki, Ajuar funerario, Madrid, Páginas de
Espuma, 2004.
También
publicado en México, Secretaría de Educación Pública, Colofón, 2006.
Y
en Francia, Mobilier Funéraire, Burdeos,
Cataplum Editions, 2010.
Nacido
en Perú en 1961, radicado en Sevilla, autor prolífico en géneros varios: Inquisiciones peruanas, Helarte de Amar,
España aparta de mí estos premios, Mi poncho es un kimono flamenco, entre
muchos otros.
Es colaborador frecuente del diario ABC, cuestión que no es
el único de sus defectos ni la peor de sus iniquidades –también participó de
la campaña electoral de Vargas Llosa–, pero escribe que da gusto leerlo.
Ha declarado en una entrevista que se puede ver en
el enlace: “Ahora bien, todo lo que yo escribo supone un trabajo con el
lenguaje que le debe muchísimo a mi devoción por Guillermo Cabrera Infante,
amén de una mirada irónica y un tono humorístico que me obliga a reconocer mis
deudas con Alfredo Bryce Echenique, Jorge Ibargüengoitia, Julio Cortázar,
Guillermo Cabrera Infante, Jardiel
Poncela, Julio Camba y Wenceslao Fernández-Flórez.”
Ajuar
funerario acá:
La ilustración es del gran Fernando Vicente.
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