martes, 23 de diciembre de 2014

Predicciones


Las predicciones son un tema espinoso, en especial si se hacen observando la partícula “pre”. Los diarios y revistas están llenos de aciertos observados después de ocurridos los sucesos. “Fulano predijo que el Papa iba a ser sudamericano”, “La reelección de Dilma fue anticipada por…”, por todos, menos por los monopolios de la información que hasta un mes antes intentaron vendernos como ganadora a una evangelista ¡que salió tercera entre tres postulantes!
Descifrar qué nos espera en el futuro es algo profundamente humano y no sólo una característica de los ansiosos.
Arthur Clarke, el autor de ciencia ficción en uno de cuyos libros se basó 2001, Odisea del Espacio, vaticinó una serie de acontecimientos que se cumplieron (misiones espaciales, satélites de comunicación) y otros a los que le erró fiero (en 1971 adelantó que los norteamericanos llegarían a Marte, en misión tripulada, para 1994); de los cuales el mismo se reía diciendo “nadie puede predecir el futuro.”

Lo que sí consideraba factible era extrapolar “futuros posibles” y dejó una serie de hechos que ocurrirían entre los años 2000 y 2100. Adelanto algunos y me detendré en dos de ellos:  
2019, un meteorito impacta en el Polo Norte y el maremoto produce daños considerables en Canadá y Groenlandia.
2030,  avances neurológicos permiten la comprensión total del funcionamiento cerebral. Mediante un casco metálico es posible interactuar con el cerebro propio y con mentes ajenas. Esto produce una revolución en la Abogacía, dado que resulta imposible mentir deliberadamente en los interrogatorios. Como sólo funciona con la cabeza rapada, la producción de pelucas se convierte en una industria pujante.
2040, se pone a punto un Replicador Universal. No hay objeto, por complejo que sea, que no pueda duplicarse.
2010, se desarrollan los primeros generadores cuánticos –desde grandes potencias hasta equipos portátiles– que pueden producir electricidad indefinidamente. Las centrales eléctricas comienzan a cerrar.
2016, como consecuencia del desarrollo anterior se suprimen las monedas y el Megavatio-hora es la unidad de cambio utilizada para el intercambio de bienes en todo el mundo.

Imagino que ya se han reído a cuenta con su ironía sobre abogados y fabricantes de pelucas de la predicción del 2030. La predicción del 2010 no se cumplió y todavía andamos penando con el petróleo y sus daños colaterales (invasión/destrucción de los pueblos de Irak, Libia, Palestina, etc. etc.)

El proyecto ITER, del año 2006, para construcción de un reactor nuclear de fusión, que se lleva a cabo en Cadarache- Francia sobre un invento ruso, originalmente iba a empezar a operar en 2016 pero la fecha de puesta en marcha acaba de ser pospuesta para el 2022. Del consorcio participan siete miembros principales: Japón, Rusia, Unión Europea, China, Estados Unidos, India y Corea del Sur y tiene un presupuesto de 13.000 millones de Euros. Por diferentes problemas el resultado está en el aire y cunde el descontento entre los socios. El 2015 el proyecto estrenará nuevo director general que tendrá el gran desafío de vencer el estigma que rodea al desarrollo: “A la fusión siempre le faltan cincuenta años” se dice con sarcasmo en el ambiente científico.

La que sí se empezó a cumplir antes del plazo es la del 2016, la sustitución de las monedas por un nuevo patrón universal: el Megavatio-hora. Pioneros en esta progresiva acción fueron los gobiernos de Paraguay y Argentina que, en el año 2006, a propuesta de los Presidentes Néstor Kirchner y Nicanor Duarte Frutos, saldaron las cuentas pendientes entre ambos países por la construcción de la Central Hidroeléctrica de Yacyretá utilizando esa unidad para todos los costos involucrados en la negociación. Los valores de ese intercambio rondaron los 30 a 35 U$S por Megavatio-hora totalmente en sintonía con los valores internacionales de la energía.
 

Como no quiero ser menos pronostico que esta nota termina cuatro renglones más abajo.
En este enlace un artículo sobre el reactor de fusión:
El de la foto es Ray Bradbury (disculpas Arthur).
La viñeta es del gran Montt.
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