Las
instrucciones para hacer algunos trabajos o tareas cotidianas han atraído a
muchos autores, interesados por mostrar su oficio al escribirlas. Es el caso de los dos textos de hoy, enlazados por el relato de tareas domésticas. El mérito de relacionarlos es de Susana Pettinati, quien los aportó para esta serie.
Undécima entrega, 1969, de Boquitas Pintadas de Manuel Puig (1932-1990)
Antieros, 1987, cuento de Canon de alcoba de Tununa Mercado
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Undécima entrega, 1969, de Boquitas Pintadas de Manuel Puig (1932-1990)
Antieros, 1987, cuento de Canon de alcoba de Tununa Mercado
Manuel Puig,
escritor argentino con fuertes raíces en el cine, creó una obra excepcional
llevando el uso de la lengua de un extremo al otro, parodiando el habla popular
y la cultura de masas en trabajos que resultaron inclasificables para el canon
oficial.
Él
mismo alentaba esa confusión llamando Folletín
a Boquitas pintadas, novela de
rigurosa escritura, de la que tomamos este fragmento de la Undécima entrega.
La
que habla aquí –mejor sería decir piensa– es La Raba, la más humilde de las compañeras de escuela de la
protagonista, sirvienta y madre soltera.
Mientras
hace sus tareas las enumera mentalmente, va dejando fluir sus pensamientos que
saltan de un tema a otro –incluso canta pedazos de alguna canción campera– a la
vez que fantasea con casarse con el padre de su hijo, que en verdad la ha
rechazado y al que más tarde mata a cuchilladas.
Si
el lector se toma el trabajo de buscar en el texto el ritmo adecuado encontrará
que tiene una cadencia totalmente acorde al léxico y el lenguaje que suponemos
en una persona de su condición. La escritura capta en modo impecable su
pensamiento arborescente y resulta increíblemente femenina.
Tununa Mercado,
escritora argentina, vivió exiliada en México desde 1974 a 1986. De ese período
es Antieros, que con otros cuentos integra Canon
de alcoba, su segunda obra, publicada en 1988. Curiosamente estos textos
“mexicanos” fueron rechazados allá por “no encuadrase en los géneros y
formatos” habituales y se publicaron en la República Argentina, a su regreso,
como cuentos eróticos. Este, como indica el título, de erótico no tiene mucho. Sí
lo tienen algunos del libro entre los que sobresale el precioso último cuento:
Punto final.
Antieros,
escrito como un manual de instrucciones por una narradora impersonal, cambia al
irrumpir en el listado el deseo de quien está haciendo las tareas de limpieza y
las intercala con las de masturbarse, con el mismo grado de detalle.
El
texto está cuidado de modo obsesivo y es inquietante. Pero resulta forzado y duro
en su lectura, posiblemente por tantos verbos en infinitivo. Esto,
paradójicamente ya que se lo presenta como literatura erótica femenina, lo hace
muy masculino.
Acá
van dos fragmentos de las obras, a título de muestra, para los que deseen leerlos
UNDÉCIMA
ENTREGA (Fragmento)
“Se fue en
silencio, sin un reproche,
Había en su alma
tanta ansiedad…”
ALFREDO LE PERA
Junio de 1939
Los pañuelos blancos, todos los
calzoncillos y las camisas blancas, de este lado. Esta camisa blanca no, porque
es de seda, pero todas las otras de este lado, una enjabonada y a la palangana,
un solo chorro de lavandina. Las sábanas blancas, no tengo ninguna, la enagua
blanca, cuidado que es de seda: se hace pedazos si la meto en lavandina. Una
camisa celeste, los pañuelos de color, las servilletas a cuadritos, en este
fuentón, y primero de todo los calzoncillos y las camisetas de color, los
pañuelos blancos y este corpiño ¿cómo me voy a aguantar hoy sin verlo a mi
nene? que es por el bien de él, guacha fría que está el agua. Una enjabonada en
la batea, mi tía lavando afuera en el rancho con el agua de la bomba y se muere
de frío pero en este lavadero de la niña Mabel cerrando la puerta no entra el
ventarrón ¡si mañana lo encuentro dormido yo me lo despierto al Panchito de
mamá!... mañana a la tarde hago los mandados ¿y después el tren toda la noche
hasta Vallejos? …
Con
este broche una punta de la enagua tiendo con la otra punta, otro broche con la
camisa blanca de seda que no me toque las servilletas a cuadritos y mañana ya
están secas ¿hará frío en la esquina con el vestido nuevo? Pero la ropa tendida
adentro del lavadero no se va a poner negra de tierra. ¿Cuál es tu nombre? le
van a preguntar al Panchito, “yo me llamo Francisco Ramírez, y voy a estudiar
de suboficial” cuando el padre sea viejo le va a dejar el trabajo de suboficial
al hijo. …
ANTIEROS (Fragmento)
Comenzar por los cuartos. Barrer
cuidadosamente con una escoba mojada el tapete (un balde con agua debe
acompañar ese tránsito desde la recámara del fondo y por las otras recámaras
hasta el final del pasillo). Recoger la basura una primera vez al terminar la
primera recámara y así sucesivamente con las otras. Regresar a la primera
recámara, la del fondo, y quitar el polvo de los muebles con una franela húmeda
pero no mojada. Sacudir las sábanas y cobijas y tender la cama. La colcha debe
cubrir la almohada, bajo la cual se pone el pijama o el camisón del durmiente.
Poner en orden las sillas y otros objetos que pudieran haber sido desplazados
de su sitio la víspera (siempre hay una víspera cuya marca hay que subsanar). …
Doblar correctamente las toallas,
combinando, entre las del baño y la de la cara, el color más afín. (Quien
limpia no debe mirarse en el espejo.) Fregar el piso, verificar si falta papel,
no dejar un solo pelo en ninguno de los artefactos del baño, ni siquiera en los
peines y cepillos. … Llevar la mano derecha suavemente desde la pantorrilla
hasta el muslo y acariciar, confirmando que esa piel puede perfectamente
competir con la pana;… Echar el polvo detergente en un recipiente de plástico,
el que se usa de costumbre y hacer una mezcla espumosa con agua caliente…
Pensar una vez más, como todos los días, que es una lástima no poder usar
guantes de hule, aceptando, por consiguiente, el deterioro que los detergentes
producen en la piel…
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