Estas líneas fueron originadas por un comentario que una lectora me envió, motivada por la entrada La televisión dinamita.
“Una imagen vale más que mil palabras”. He oído muchas veces esta frase y estaba convencido de que enunciaba una verdad indudable.
Últimamente he escuchado unas voces en sentido totalmente opuesto, que me han impactado y dejado confundido, al punto que ya no estoy tan seguro. Primero unos ejemplos sobre el supuesto poder de las palabras y luego el envío de la lectora.
·A mis 12 años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: ¡Cuidado! El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: ¿Ya vio lo que es el poder de la palabra? (Gabriel García Márquez)
·Sí, quiero. (Estas mismas palabras evocan cosas diferentes en distintas personas.)
·Quiero pedirles, que en el próximo minuto, NO PIENSEN en un elefante violeta a rayas. (La palabra nos permite rebelarnos, es subversiva.)
Lo que sigue es el envío:
“Ahora los nuevos periodistas llegan a los medios informativos con una cultura más audiovisual que literaria. El vocabulario de las personas se reduce paulatinamente lo que redunda en que también disminuyan sus ideas. Ha dicho el escritor Francisco de Ayala: “La costumbre de recibir información a través del televisor está apartando a mucha gente de la práctica de la lectura, pero no menos cierto es que la pérdida del hábito de leer, a que la invasora información audiovisual induce, tiene por efecto la atrofia de las capacidades imaginativas y de las capacidades raciocinantes. Las nociones absorbidas por la vista, acompañadas o no de un mensaje auditivo, tienen un carácter sensorial directo y tienden a provocar en el sujeto una reacción inmediata, quizás mecánica e irreflexiva, en contraste con las nociones adquiridas a través de la escritura, que exigen elaboración mental por parte del lector, activando así sus potencias discursivas, estimulando su conciencia crítica y obligándole a transformar en imágenes de propia creación los signos del lenguaje”.
Perdemos vocablos y conceptos, como perdemos capacidad de ideación y observación. Ya nadie distingue los pájaros, nadie diferencia el gorjeo de un gorrión del silbido de un mirlo...” *
*· GRIJELMO,Álex. Defensa apasionada del idioma español, Madrid, Santillana, 2001.
A quienes interese leer algo más sobre el tema
· BORDELOIS, Ivonne. La palabra amenazada, Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2004.
El ejemplo de el “elefante violeta” y la cita de García Márquez es de Patricio Espinoza, cuentista chileno.
viernes, 30 de mayo de 2008
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1 comentario:
y cuando vemos lo que hacen los mensajes de texto con la palabra, podemos llorar juntos?
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