miércoles, 22 de septiembre de 2010

Verdugos -2-

¿Mala fama, buen corazón?
Joseph Ignace Guillotin, (1738-1814), jesuita, médico y diputado en la Asamblea de Paris de 1789, imbuido del espíritu igualitario de la Revolución Francesa, luchó para que las ejecuciones de la pena capital se hicieran con un procedimiento más humano y misericordioso, además de igual para todo el mundo. Hasta ese momento se utilizaba el hacha para los nobles, la horca para el pueblo, la hoguera para los herejes y el descuartizamiento para los traidores.
Con ese objetivo, otro prestigioso colega y miembro de la Academia de Cirujanos, Antoine Louis puso a punto y mejoró una “máquina de ajusticiar” que ya se venía usando con relativo éxito en algunas regiones de Inglaterra y en Escocia (donde la llamaban graciosamente la señorita.). Consistía en una cuchilla afilada que caía con cierta velocidad guiada por dos columnas verticales y producía la decapitación. El aporte principal de Louis consistió en el agregado de peso y el chanfle al filo de la cuchilla, logrando un corte veloz, limpio y preciso.
La máquina se hizo popular con rapidez y el pueblo la bautizó, en principio, la Luisette (Luisita, en referencia del apellido del bueno de Antoine). Pero como la ley aprobada por la Asamblea Nacional para humanizar los ajusticiamientos; y que todos, desde el más mísero villano hasta María Antonieta, fueran ejecutados del mismo modo; fue bautizada como ley Guillotin, la máquina pasó a la historia como la Guillotine. Desafortunadamente para el doctor Guillotin, nadie recuerda sus denodados esfuerzos por lograr una muerte más humana e igualitaria y todos asociamos su nombre al (y le endilgamos la invención) aparato que, dicho sea de paso, se usó, en Francia por última vez en 1977, con un tunecino, por supuesto. Agrego esto, el por supuesto, porque no vaya a ser que algún lector ose siquiera pensar que en Francia pueda haber algún cretino de esa nacionalidad, excepción hecha del presidente Sarkozy, también por supuesto.

Antonio López Sierra, (1913-1986), hombre de vida dura, con su propio pasado en el delito, fue uno de los últimos verdugos españoles. Ejecutó dos de las sentencias más notorias de su época, la de Pilar Prades Expósito en 1959 y la de Salvador Puig Antich en 1974, el anarquista catalán que resultó ser el penúltimo ajusticiado en España por el método del garrote vil. Para darse ánimo para acometer sus trabajos se excedía con el alcohol lo que agregaba más problemas a su tarea. En él se inspiró García Berlanga para el papel que confió a Nino Manfredi, del que la última escena de la película El verdugo ha quedado como lacerante recuerdo.

Albert Pierrepoint, (1905 - 1992), verdugo al servicio de la Corona Británica, continuador de un oficio familiar, fue uno de los más eficaces con más de 450 ajusticiados, todos mediante el uso de la horca. Puntilloso y eficaz en el manejo del dispositivo, tomaba las medidas necesarias para que sus muertes se produjeran rápidamente por decapitación (aplastamiento vertebral instantáneo) y no por estrangulamiento.
Quizá tanta productividad se debiera a que el hombre no estaba a sueldo de sus empleadores sino que cobraba por cada “servicio”. Entre uno y otro atendía una taberna, The Poor Struggler (El pobre luchador), a la que los clientes rebautizaron The Poor Strangler (el pobre estrangulador).
Su fama llegó al máximo cuando le encargaron las ejecuciones de los condenados en los juicios de Nüremberg que siguieron a la derrota alemana de 1945. Por sus manos pasaron los primeros criminales de la Segunda Guerra: Joseph Kramer (la bestia de Balsen) e Irma Grese (la amante de Joseph Mengele) estuvieron entre los ejecutados más notorios. Para esa época tenía un status similar al de una estrella de cine, sin embargo supo guardar el decoro debido y mantenerse al margen del asedio de la prensa amarilla. Tenía normas estrictas y decía que la muerte era por sí misma el castigo y que debía ser infligida con el menor dolor, angustia y humillación para la persona condenada. Hacia 1956 renunció definitivamente a su tarea de verdugo pero su historia volvió a las primeras planas en el 2005 con la película Pierrepoint, el verdugo (The last hangman) donde Timothy Spall encarnó al protagonista.


Hoy la pena de muerte y la tortura ha sido abolidas en muchos países. Siguen vigentes en EEUU, Irán, Israel y Polonia entre otros.
Curiosamente, algunos de ellos intentan presentarse como adalides en la defensa de la libertad y de los derechos humanos.




El primer dibujo es de Aldo Severi y lo tituló "Utopías".
Timothy Spall como Albert Pierrepoint en la película.
Las dos últimas son fotos de soldados norteamericanos llevando su idea de "libertad" por el mundo.

7 comentarios:

andal13 dijo...

Qué fuerte.
No debe de haber nada más humano y a la vez menos humano, que eso de erigirse en juez de un semejante, dictaminar su muerte y ejecutarla, nomás.

A los partidarios de la pena de muerte habría que matarlos de chiquitos.

ro dijo...

Pah! Muy fuerte, empezó como livianito y explotó. Muy provocador de reflexiones. Gracias.

Susana Peiró dijo...

Por partes, al estilo de Jack (el destripador sin licencia para matar)
Lo primero es felicitarte por la entrega II de Verdugos, muy buen material y con el puntito de humor justo, y necesario para estos temas.
Luego destacar el género: “la señorita”, “la Luisette”…la guillotina. No hay vuelta, por una u otra razón, le volamos la cabeza a los hombres!
Entre los verdugos, Pierrepoint! Hombre prolijo, decoroso, ordenado y piadoso, como corresponde a un súbdito de Su Majestad. ¿450? En caso de remordimiento de conciencia, necesitaba un catálogo!
Y en sintonía, creo que precisamente hoy por la noche, Teresa Lewis (41) al borde de una discapacidad mental es ejecutada en el estado de Virginia. (si el Tribunal Supremo de USA no interviene, será la primera mujer ejecutada desde 1912)
Fuente: http://www.lapistoladelarra.com/2010/pena-de-muerte/no-a-la-pena-de-muerte/
Querido Fer, creo que tu Artículo “Verdugos” tiene letra para rato…

Un Abrazo!

Fernando Terreno dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fernando Terreno dijo...

andal13:
sí, es un tema difícil y viene bien tu toque de humor.

ro:
Es así, se me escapó de las manos.

Susana:
¿Será casaualidad que sólo mujeres hayan comentado (por ahora) el tema?
Para ponerle algo de humor, digamos que el tema tiene mucho para cortar...
En cuanto a Teresa Lewis, ¡trajiste el dato exacto que faltaba para darle dramatismo al tema!

Gracias todas y a todas. Prometo una próxima entrada menos opresiva.

RALLCH dijo...

100 % de acuerdo con los comentarios anteriores.
Un tema provocador que lo llevaste desde el chiste, a la tragedia de las ultimas fotos (en medio no faltó la historia , la ironía y el drama).
Aprendí que la guillotina no la inventó Guillotin, y que el hombre es el verdugo del hombre (como con acierto lo dicen las mujeres)
Saludos.

andal13 dijo...

"...creo que he visto una luz
al otro lado del río..."

¡Espero que hayan llegado bien a la otra orilla!