martes, 9 de abril de 2013

K, el protagonista de El proceso

Más sobre Kafka y el Derecho Romano  

Siguiendo con la hipótesis de Davide Stimilli acerca del nombre K –y de su relación con instituciones del derecho romano– que tienen los protagonistas de las novelas de Kafka El castillo y El proceso, hoy he seleccionado fragmentos del ensayo donde Giorgio Agamben desarrolla el tema referido al Joseph K. de esta última.

Kalumniator
1.
En el proceso romano… la calumnia representaba una amenaza tan grave para la administración de la justicia, que se castigaba al falso acusador marcándole sobre la frente la letra K (inicial de kalumniator).

La letra K, sugiere Stimilli, recordando que Kafka mientras se preparaba para la profesión legal había estudiado historia del derecho romano, no se refiere a Kafka, según la opinión común que se remonta a Max Brod, sino a la calumnia.

2.
Que la calumnia represente la clave de la novela… la letra K no reenvía simplemente a kalumnia sino que se refiere al kalumniator, es decir , al falso acusador, esto sólo puede significar que el falso acusador es el propio protagonista de la novela, que, por así decirlo ha intentado un proceso calumnioso contra sí mismo.*
…esto es lo que muestra una lectura atenta de la novela más allá de toda duda. En efecto, aunque K. sepa desde el principio que no es en absoluto cierto que el tribunal lo haya acusado (“Yo no sé si usted está acusado”, le dice el inspector ya en la primera entrevista) y que, en todo caso, su condición de “arrestado” no implica ningún cambio en su vida, busca por todos los medios… provocar un proceso que los jueces no parecen tener ninguna intención de iniciar.


3.
Todo hombre entabla un proceso calumnioso contra sí mismo. Este es el punto de partida de Kafka. Por ello su universo no puede ser trágico, sino sólo cómico: la culpa no existe o, más bien, la única culpa es la autocalumnia, que consiste en acusarse de una culpa inexistente (es decir, de la propia inocencia, y este es el gesto cómico por excelencia).
Este punto concuerda con el principio, enunciado en otro lugar por Kafka, por el cual “el pecado original, el antiguo error que el hombre cometió,”…
Hay calumnia, en efecto, sólo si el acusador está convencido de la inocencia del acusado, si acusa sin que haya causa alguna que verificar.

El acusado, en cuanto se autocalumnia, sabe perfectamente que es inocente; pero en cuanto se acusa, saber igualmente que es culpable de calumnia, que merece su marca.


4.
La calumnia era percibida por los juristas romanos como una desviación de la acusación.

El proceso romano se inicia, de hecho, con la nominis delatio, la inscripción, por parte del acusador, del nombre del denunciado en la lista de los acusados.


5.
La autocalumnia forma parte de la estrategia de Kafka en su incesante cuerpo a cuerpo con la ley. Esta pone en primer lugar a la culpa, al principio por el cual no hay pena sin culpa.


Fragmentos tomados de:
Agamben, Giorgio (2011): Desnudez, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, pp. 31-45.

 
* (lo que sigue es mío)
Cada quien sacará sus propias conclusiones, pero hay una reflexión sobre la culpa judeo-cristiana que en el caso de la religión católica se puede resumir así: si admitimos el concepto de pecado original –sabiendo que es una falacia porque no debe haber nadie más inocente que un recién nacido– somos culpables del delito de calumnia, es decir de falsa acusación, aunque esta haya sido hecha contra nosotros mismos. Y esto genera culpa, porque  sabemos que la acusación es falsa.
Hace unos días he visto este mensaje muy bien sintetizado en unas pocas palabras. Estaba escrito en la pared de la iglesia Nuestra Señora del Socorro, Juncal y Suipacha, ciudad de Buenos Aires: “Si te reconoces pecador, el Señor te admitirá en su iglesia”.
Dios nos libre… o mejor, librémonos de un dios así.

Las ilustraciones son: Franz Kafka por Sciammarella y Paraiso pr Walpok.
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2 comentarios:

Susana Peiró dijo...

¡Cuánta tela para cortar, Fernando! (y qué escasez de tiempo, la mía, para despatarrar pensamientos en el comentario)
Es sencillamente fascinante acompañar la hipótesis de Stimilli respecto de “K” y la relación con las instituciones del derecho romano. Me “clavé” sobre todo en el punto 3: “Todo hombre entabla un proceso calumnioso contra sí mismo”…toda la herencia judeo-cristiana nos da un mazazo!
Querido Amigo, dudo entre volver a leer El Castillo y El Proceso (siempre un placer) o correr a comprar un libro de autoayuda onda Tus Zonas erróneas…soy una pecadora sin remedio.
Un abrazote enorme, muchas Gracias por convidarme este interesantísimo bocadito y voy por tu sugerencia (la Inesa nosecuánto, “amante” de Vladimir, no puede ser más atractiva! …hablando de pecados)

Fernando Terreno dijo...

Susana querida:
Qué manera de rompernos la cabeza entre ese par de desgrac... de Kafka y de Agamben/Stimilli.
Yo me inclinaría por uno de auto ayuda de Suami Yogarkanda... Pero lo importante es el tema del pecado.
¡Si van a pecar, avisen o inviten!
¡Democraticemos el pecado! ¡Pecado para todos y todas!
(Me gustó el lema, lo tomaré como leit motiv).
Un honor tenerla por acá.
Un abrazo.