Sa
Surbile
(La absorbedora).
La pastora tenía
un niño recién nacido que no crecía. Se iba apagando lentamente ante la
desesperación de los padres. La madre le daba la teta largo rato, incluso hasta
quedarse dormida, pero el niño no se alimentaba.Sucedía que cuando se disponía a amamantar a su hijo se le aparecía una serpiente –Sa Surbile- y los hipnotizaba. Ponía su cola en la boca del niño y chupaba ella la leche de la madre hasta saciarse, cumplido lo cual se retiraba y escondía hasta el próximo turno.
La madre no se daba cuenta, salvo por el deterioro de la criatura y todo terminaba en el desenlace fatal.
Para evitar esto se utilizaban dos recetas. Una consistía en que en toda casa con un recién nacido se colocaba detrás de la puerta de entrada una bolsa con harina. Se suponía que de ese modo, la serpiente al encontrar primero ese alimento ya no tendría necesidad de la leche de la madre. Si el marido permanecía en la casa, lo que se ponía detrás de la puerta era una guadaña o una hoz bien afiladas para cortar la cabeza de la serpiente.
La
historia, proveniente de pastores sardos, habla de la anemia del mediterráneo,
de cómo la interpretaban y la enfrentaban. Hasta mitad del siglo pasado, los
casos severos de esta enfermedad eran causa de altas tasas de mortalidad
infantil.
En
la actualidad, en las universidades de Cagliari y de Sassari hay institutos
dedicados especialmente al tema y está totalmente bajo control pero, durante
mucho tiempo, afectó especialmente a las familias de campesinos y pastores, de
lo que nos queda esta historia como registro.
La
talasemia (del griego “sangre marina”) es un tipo de anemia hereditaria de
difusión mundial pero que originalmente se detectó en los pueblos del mar
Mediterráneo, en Italia y particularmente en Cerdeña.
Se
presenta en varios tipos, con cuadros clínicos que van desde los muy leves con
portadores casi asintomáticos hasta casos graves de enfermedad terminal. Su
tratamiento es relativamente simple y están identificados los genes -cuya
alteración es la causa de la enfermedad- y el modo en que se hereda.Lo más saliente, a mi modo de ver, es la inversión de la imagen de la muerte. Estamos habituados a la muerte como una mujer con una guadaña que viene a segar nuestras vidas. En esta tradición sarda, la muerte tiene la imagen de una víbora –que en la iconografía habitual simboliza lo opuesto a la muerte: la medicina y la farmacia- y la guadaña la tienen las víctimas para pelear contra ella.
Esta serpiente chupa la leche de la madre, otra sustitución de las mujeres vampiro que chupan y se alimentan con sangre.
La serpiente "encanta" a la madre y engaña al bebé, versión espejada de otro mito sardo: Las panas o janas, las mujeres que mueren en el parto y cuyas ánimas deambulan cantando tratando de encontrar y "encantar" a sus hijos.
Gracias
a Luis Doppio, descendiente de pastores, que me contó la historia.
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2 comentarios:
Será difícil olvidar esta historia, tiene el gustito de las tradiciones orales que se han enriquecido con el paso de los años. ¿Cómo decía Borges? “La heredaron, la repitieron y la pulieron muchas generaciones de narradores”.
A propósito de la Mujer y la muerte, te dejo este fragmento que quizás alguna vez use en un artículo: “En las estelas-menhirs del Languedoc, en donde a veces se reconoce un busto femenino con senos desnudos, en las esculturas de los hipogeos del valle del Morín, la mujer presenta y simboliza quizá, la diosa de la muerte. Pero su verdadera función, su grande e inmutable función desde los milenios de las civilizaciones cazadoras de nuestras cuevas decoradas, es ser diosa de la vida.” Bello ¿verdad?
Un abrazo querido Fernando.
Susana:
Hermoso el párrafo todo ("...desde los milenios de civilizaciones cazadoras en nuestras cuevas decoradas...")
Me alegro que te gustara la historia. Y es un placer tenerte de visita.
Un abrazo.
Fernando
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