Lo
único permanente en el habla es el cambio. El uso y significado de tal o cual
frase va modificándose con el tiempo y, ciertas maneras de referirse a algo fechan sin discusiones a los textos.
La
expresión ¡Pum en el ojo! se usaba,
en la Argentina, allá por las décadas del 20 y 30 del siglo 20. En medio de una conversación indicaba al
interlocutor que su comentario había sido acertado, que “había dado en el
clavo” o que el aludido se sentía alcanzado por él.
Juan
Filloy lo usa en reiteradas ocasiones en su novela Op Oloop. Por ejemplo en las
páginas 129 (habla Peñaranda), 150 (la dice el estudiante) y 169 (Peñaranda, de
nuevo). Los números de páginas refieren a la edición de Paidós con prólogo de
Bernardo Verbitsky.
Años
más tarde, en 1961, Aurelio Ferretti (1907-1963) –dramaturgo argentino–
escribió una obra de teatro con ese título: ¡Pum, en el ojo! que publicó la
Editorial Quetzal.
Ahora,
el Presidente, cuando es encontrado en situaciones embarazosas, cosa que ocurre
cada vez con más frecuencia, la ha reemplazado por “Mala mía” o “Esa te la
debo”. Ese lenguaje, posiblemente sugerido por Durán Barba, no es
originalmente muy argentino. Nosotros usamos “tocado” o “submarino hundido” si el argumento es
irrebatible. Otros dicen touchè, directamente en francés,
expresión proveniente de la esgrima, donde un contendor avisa al otro que lo ha
alcanzado o este reconoce el hecho.
Al
responder “Esa te la debo” el Presidente nos está engrupiendo. Esta última
palabra, de origen lunfardo, viene del genovés groppo: nudo, moño, atado, envuelto; que es lo más ajustado a los
engañosos “paquetes” que nos intenta hacer tragar.
.
Portadas
de la revista de sátira política chilena TOPAZ:
Pum
en el ojo – Nº 72 de diciembre de 1932
Los dictadores Uriburu
e Ibáñez – año 1931
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