domingo, 17 de agosto de 2008

Alejandro Dumas Pornógrafo

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Alejandro Dumas (p) (1802-1870) fue nombrado por Giuseppe Garibaldi (1807-1882), en 1860, director del Museo de Nápoles.
Allí se ocupó de la Raccolta pornográfica: una colección de más de doscientos cincuenta obras y objetos eróticos rescatados de las ruinas de Pompeya.
En ella las reproducciones fálicas se repiten obsesivamente en relieves, estatuas, frescos, fuentes, vasos, sarcófagos, platos, ánforas y lámparas. En este insólito elenco pornográfico el miembro masculino se presenta en las más diversas formas, tamaños y colores, pero no aparece en cambio,... ¡una sola vulva!
Pompeya era una ciudad romana, vecina a Nápoles, al pie del volcán Vesubio. Quedó sepultada en lava en el año 79 A.C. Las excavaciones comenzaron en 1748 y continúan. En el tesoro arqueológico se encontraron templos, teatros, calles y un prostíbulo.

Dumas (p) escribió Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo en 1844. Fue un escritor muy prolífico que abarcó diversos géneros, desde el teatro y la novela, hasta libros de cocina y folletines. La afición a los placeres, que él llevó hasta la extravagancia, era un asunto de familia. Su abuelo había “traído” desde lo que es hoy la República Dominicana una esclava negra, muy bella, de apellido Dumas. Su padre era un general de Napoleón Bonaparte. No es extraño entonces, que su hijo Alejandro Dumas (h) (1824-1895), el autor de La Dama de las Camelias (1852), describiera pasajes inolvidables entre los amantes. Margarita Gauthier y Armando Duval, cuando descansaban en el campo, prolongaban la intimidad durante días enteros y dormían nada más que “el tiempo necesario para tomar aliento”.

La decisión de aceptar el trabajo del museo debe haber sido muy dura para Dumas (p), lo imagino diciéndose “el trabajo exige cualquier sacrificio y al fin y al cabo, mi vida es un apostolado”...
Fernando Terreno

El tema de la Raccolta está tomado de:
ARIEL C. ARANGO, Las malas palabras, 1983, Buenos Aires, Editorial Legasa.
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2 comentarios:

Susana Peiró dijo...

Fernando, Fernando...tu post no podía ser más a la medida de mi gusto personal.

Si acaso quedó alguna obra de los Dumas dando vueltas y sin caer en mis manos...es pura casualidad. En realidad, no las leía, las devoraba con fruición, y luego volvía por ellas nuevamente...y todas las veces el bibliotecario pensaba que yo había perdido la cordura!

Ahora bien, ignoraba por completo el episodio de Director de Museo de Nápoles de este hombre. Aunque por supuesto sí conocía el tenor de lo que encontraron en Pompeya.

Y todo junto me parece, sencillamente maravilloso, comenzando por ese título tan seductor!

Muchas Gracias por esta excelentísima entrada!

Mi abrazo!


PD: ¿Hacía falta hacerle "honores" al libro de donde extractaste el tema? Hummmm, creo que no! Los lectores en general somos buenos entendedores!

Fernando Terreno dijo...

SUSANA:
Me siento muy gratificado con tu comentario. Y también, tocado con la fineza de la postdata, que te agradezco y valoro, tanto como para haberlo suprimido. Es cierto, no era necesario, no iba a cuento y estaba fuera del "registro" de la entrada.
Un abrazo.
Fernando