Una tableta dulce que antiguamente comían los árabes devino en el actual alfajor.
En principio, la adoptaron los españoles, que la trajeron a nuestros pagos, donde se aquerenció con ligeras variantes.
Como la zona central de nuestro país era rica en frutas, surgió la idea de unir dos tabletas con los dulces y mermeladas que se elaboraban localmente.
Para entonces la golosina era conocida con el nombre de “alajú” (deriva de “al-hasú”, que en árabe significa “relleno”). Y también fue cambiando su nombre, hasta convertirse en “alfajor”.
El alfajor aprendió a hablar castellano hacia el año 711, cuando se produjo en España la caída de los visigodos, cuyo último rey Rodrigo, fue derrotado por los árabes. A partir de entonces, la influencia arábiga marcó durante siglos el desarrollo de la cultura española, que entre otras costumbres, adoptó la pastelería típica ( existe todavía hoy en Medina de Sidonia, en la provincia de Andalucía , una Agrupación de Productores de Alfajores que conserva la secreta y antigua receta original, legada de padres a hijos a titulo de mayorazgo).
La industrialización del alfajor en Córdoba (República Argentina) se atribuye a Augusto Chammás, un químico francés que llegó a nuestro país hacia mediados del siglo XIX, inaugurando una pequeña industria familiar dedicada a la confección de dulces y confituras.
La “colación”, otro producto emblemático de Córdoba, también tiene su historia: en conventos y casas religiosas, antiguamente, se preparaban unas tabletas, cubiertas con dulce y una capa azucarada para las ceremonias de graduación (colación de grados) de los estudiantes. Con ligeras variantes, es la que hoy disfrutamos, con dulce de leche o mermeladas.
Las dos historias están tomadas de la caja de los exquisitos Alfajores La Quinta (Villa Carlos Paz - Córdoba) que mi prima Susana B. tuvo la gentileza de obsequiarme.
En principio, la adoptaron los españoles, que la trajeron a nuestros pagos, donde se aquerenció con ligeras variantes.
Como la zona central de nuestro país era rica en frutas, surgió la idea de unir dos tabletas con los dulces y mermeladas que se elaboraban localmente.
Para entonces la golosina era conocida con el nombre de “alajú” (deriva de “al-hasú”, que en árabe significa “relleno”). Y también fue cambiando su nombre, hasta convertirse en “alfajor”.
El alfajor aprendió a hablar castellano hacia el año 711, cuando se produjo en España la caída de los visigodos, cuyo último rey Rodrigo, fue derrotado por los árabes. A partir de entonces, la influencia arábiga marcó durante siglos el desarrollo de la cultura española, que entre otras costumbres, adoptó la pastelería típica ( existe todavía hoy en Medina de Sidonia, en la provincia de Andalucía , una Agrupación de Productores de Alfajores que conserva la secreta y antigua receta original, legada de padres a hijos a titulo de mayorazgo).
La industrialización del alfajor en Córdoba (República Argentina) se atribuye a Augusto Chammás, un químico francés que llegó a nuestro país hacia mediados del siglo XIX, inaugurando una pequeña industria familiar dedicada a la confección de dulces y confituras.
La “colación”, otro producto emblemático de Córdoba, también tiene su historia: en conventos y casas religiosas, antiguamente, se preparaban unas tabletas, cubiertas con dulce y una capa azucarada para las ceremonias de graduación (colación de grados) de los estudiantes. Con ligeras variantes, es la que hoy disfrutamos, con dulce de leche o mermeladas.
Las dos historias están tomadas de la caja de los exquisitos Alfajores La Quinta (Villa Carlos Paz - Córdoba) que mi prima Susana B. tuvo la gentileza de obsequiarme.
y de
http://www.alfajorargentino.com.ar/historia-alfajor.html
También hay una historia muy interesante sobre los alfajores santafesinos en la caja de los Alfajores Marengo. Pero como la he olvidado, si alguna de mis primas de Santa Fe tiene a bien enviarme una docena, podría corresponderles publicándola. De esa “sencía” manera, evitaríamos “coonflitos interprovinnnciale”...
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También hay una historia muy interesante sobre los alfajores santafesinos en la caja de los Alfajores Marengo. Pero como la he olvidado, si alguna de mis primas de Santa Fe tiene a bien enviarme una docena, podría corresponderles publicándola. De esa “sencía” manera, evitaríamos “coonflitos interprovinnnciale”...
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3 comentarios:
¡Y eso que no has probado los alfajores de la Flaca!,esos que sólo hace para los cumpleaños de sus hijos.
¡No hay derecho! Una viene a saludar, y se va de aquí con 3 Kg de más...!
Qué casualidad, mi prima se llama Susana B., pero que yo recuerde, nunca me regaló alfajores...
El comentario de la flaca me recordó los tiempos en que hacía alfajorcitos de maicena...
Qué dulce Entrada Fer!
Pero...¿Cómo es eso de no preguntarme a mí primero, sobre alfajores cordobeses? Caramba!
Nací en Rio Cuarto, pero si no le contás a nadie, soy fanática de los alfajores de Villa General Belgrano!!!!! Y del chocolate...el chocolate....el chocolate....
Y sabés, ahora me doy cuenta de que no he realizado un link a La Pulpera en el blogroll, mis disculpas!!!!!!! Ahora reparo el error!
(fijate lo que pueden los alfajores cordobeses conmigo!)
Besitos Amigo!
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