Hay una cierta animosidad entre la gente de provincias vecinas. Cordobeses y santafesinos, santiagueños y tucumanos, mendocinos y sanjuaninos, etc.; todas ellas desaparecen frente al conflicto mayor: porteños y provincianos.
Los orígenes de la cuestión se pierden en la historia, probablemente sean anteriores al Virreinato. El más grande, se terminó de solidificar durante la trabajosa Organización Nacional.
De la “pica” entre santiagueños y tucumanos trata el cuento que sigue:
Ejercicios de Lógica
Viajan por el norte en tren un tucumano, un santiagueño, una vieja y una joven agraciada. Van los cuatro en asientos enfrentados de a dos, silenciosos, mirándose apenas de cuando en cuando, como estudiándose, con esa mezcla de pudor y desconfianza de la gente del interior.
El tren entra en un túnel y en el medio de la oscuridad se escucha una sonora cachetada. Al volver la claridad, todos se miran de reojo para ver que ha pasado y se encuentran con el santiagueño lívido y con un cachete rojo, prueba de haber sido el receptor del golpe. Cada uno hace un rápido cuadro de la situación y trata de reconstruir lo sucedido:
La vieja piensa: ¡Bien hecho! ¡Santiagueño atrevido! Le debe haber “toqueteado” las piernas a la chica y ella le dio una buena cachetada.
El santiagueño piensa: ¡Qué mala suerte! El tucumano le debe haber tocado las gambas a la piba y yo, que no hice nada, me ligué el cachetadón!
La joven piensa: ¡Bien hecho! Santiagueño atrevido y zonzo. Me debe haber querido tocar las piernas a mí, se equivocó, se las tocó a la vieja, y la vieja le dio una flor de cachetada.
Viajan por el norte en tren un tucumano, un santiagueño, una vieja y una joven agraciada. Van los cuatro en asientos enfrentados de a dos, silenciosos, mirándose apenas de cuando en cuando, como estudiándose, con esa mezcla de pudor y desconfianza de la gente del interior.
El tren entra en un túnel y en el medio de la oscuridad se escucha una sonora cachetada. Al volver la claridad, todos se miran de reojo para ver que ha pasado y se encuentran con el santiagueño lívido y con un cachete rojo, prueba de haber sido el receptor del golpe. Cada uno hace un rápido cuadro de la situación y trata de reconstruir lo sucedido:
La vieja piensa: ¡Bien hecho! ¡Santiagueño atrevido! Le debe haber “toqueteado” las piernas a la chica y ella le dio una buena cachetada.
El santiagueño piensa: ¡Qué mala suerte! El tucumano le debe haber tocado las gambas a la piba y yo, que no hice nada, me ligué el cachetadón!
La joven piensa: ¡Bien hecho! Santiagueño atrevido y zonzo. Me debe haber querido tocar las piernas a mí, se equivocó, se las tocó a la vieja, y la vieja le dio una flor de cachetada.
El tucumano piensa: ¡Ojalá venga pronto otro túnel, así lo vuelvo a “surtir” al santiagueño éste!
El cuadro es de Alfredo Gramajo Gutierrez, pintor tucumano.
.
El cuadro es de Alfredo Gramajo Gutierrez, pintor tucumano.
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario