lunes, 26 de noviembre de 2012

"Denevi" y "Blaisten" - 1a parte


“Definitivamente, Marco Denevi es el mejor escritor argentino desde el Virreinato hasta hoy”.
Esto me dije ayer con la seguridad de un convencido y como quien dicta una sentencia. Sentencia de esas que, cada tanto, emito sin razón ni pedido alguno y que, como toda opinión rígida e innecesaria, viene acompañada de un cierto malestar. El malestar se origina en las dudas que un juicio emitido de modo tan tajante genera y, de inmediato, me lleva a imaginar argumentos para sostener la afirmación. Pero no me pongo así como así, como si sostuviera un juego dialéctico. No, me transformo en un poseído: me convierto en el abogado defensor del verdadero Denevi que está siendo cuestionado por un tribunal.
Llamemos “Denevi” al letrado de Denevi y escuchemos sus argumentos: “construye sus personajes en dos pinceladas” o “no los describe, los hace actuar o decir dos zonceras y el lector ya los tiene calados”.
Como las dudas persisten y saltan de un pensamiento a otro, “Denevi” sigue argumentando: “nadie como él para encontrar el adjetivo justo: la ortiga ‘urticante’”, “cambia de géneros con sutileza y es un maestro en el uso de la ironía”. A cada duda mía el tipo suma alguna innecesaria defensa cuyo punto débil encuentro enseguida, la cuestiono y así comienza el torbellino.

Si bien las afirmaciones me parecen indudables, lo cierto es que no siempre he pensado lo mismo. En otras ocasiones yo decía que “el mejor” era Isidoro Blaisten. Y razones no me faltaban. En esto estaba pensando en el mismo momento en que, al cerrar los ojos tratando de concentrarme en el tribunal, un señor se levanta y empieza a defender, con ardor, las calidades de Isidoro.
Dublín al sur reúne toda la locura y las fantasías de los argentinos en el homenaje más amoroso que se haya hecho a Joyce” y “Desde el alma pinta como nadie –el tipo subraya nadie- los sueños de una generación de argentinos frustrados por un golpe militar, sin nombrarlo una sola vez en todo el cuento” dice “Blaisten” con aplomo, alternando miradas al tribunal y a su colega.
A “Denevi” no le debe haber caído bien el nadie porque se levanta algo agresivo y dice que para “ser alguien en literatura había que escribir novelas y no sólo poemas o cuentitos”. Lo dice demorándose en la última palabra. “Blaisten” salta vengativo como un resorte y habla de que “hay tipos que como no saben escribir buenos finales estiran los cuentos y los llaman nouvelles”.

(Continuará)
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