En Los martes, orquídeas (película argentina de 1941, dirección de Francisco Mugica y libro de Sixto Pondal Ríos y Carlos Olivari), Mirta Legrand, la protagonista femenina, lee María de Jorge Isaacs. Se trata de una novela sentimental donde la pareja vive un amor apasionado pero “puro” del que ella sale virgen y en el que el desenlace inevitable es la separación y la muerte.
A su vez María y Efraín, sus protagonistas, también leen (dentro de la propia) otra novela precursora del romanticismo: Atala de Francois de Chateaubriand. No se preocupen, acá nomás termina la cadena; los protagonistas de ésta, el indio Chactas de la tribu Natchez de Louisiana y la india Atala, no leen ninguna otra novela, ni siquiera sé si saben leer.
Eso sí, también viven un amor frustrado (por la condición de cristiana conversa de ésta y de una promesa de su madre a la virgen) que desemboca en el suicidio y otras calamidades.
Las novelas en las que se leen novelas son tan viejas como la novela misma. Del mismo modo en que Pomelo, el personaje de Diego Capusotto “tiene la cabeza quemada por el rock”, Don Quijote (a causa de la lectura de tantas novelas de caballería) y Madame Bovary (atragantada con las suyas) están al borde del delirio y completamente "piantados" a los ojos de los demás.
Cervantes (el mejor publicitario de todos los tiempos) lleva el tema al paroxismo: en la segunda parte de las aventuras de Don Quijote los personajes leen la primera parte de Don Quijote (es decir, se leen).
¿Quién sabe a qué preguntas buscan encontrar respuesta en la lectura los personajes y sus autores?
La verdad es que el tema no siempre los lleva por buen camino. Miren sino a Natasha Filipovna de El idiota de Dostoievsky. ¡Cómo no iba terminar así la pobre si luego de… encuentran entre sus cosas que había estaba leyendo Madame Bovary! Alguien debió avisarle, no se puede ser tan…
O el tipo ese del cuento de Cortázar (creo que se llama Continuidad en los parques)…
Lo que pasa es que el asunto nos intriga y quisiéramos poder leer por sobre el hombro de los mismos personajes, para poder imaginar qué les está pasando por la cabeza.
Pero, en algunos casos, no sabemos siquiera lo que están leyendo. En Ana Karenina, por ejemplo, tanto ella como el autor han querido dejarnos con las ganas. Por mí, si no lo quieren mostrar, que se lo guarden. Pero que después no se digan amigos de sus lectores.
María de Jorge Isaacs – Ediciones Colihue, 2008 con notas de la Prof. Silvia Calero.
El dibujo es de Forges.
La pintura es de F. Leger y se llama "Mujer leyendo"..
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