martes, 5 de marzo de 2013

Límites – entre el Agrimensor y el GPS


Ahora que disponemos del sistema GPS (y del Glonass, ruso; del Galileo, europeo y el Compass chino) parecen increíbles las guerras y otros males que se adjudicaron a la falta de precisión en la fijación de límites y jurisdicciones.
Recuerdo especialmente el conflicto entre España y Portugal, de la época de la conquista, que terminó con el Tratado de Tordesillas de 1494:
Que se haga y asigne por el dicho mar océano una raya o línea derecha de polo a polo, del polo Ártico al polo Antártico, que es de norte a sur, la cual raya o línea e señal se haya de dar e dé derecha, como dicho es, a trescientas setenta leguas de las islas de Cabo Verde para la parte de poniente, por grados o por otra manera, como mejor y más presto se pueda dar, de manera que no será más.

Después de leer esto nadie puede decir que en los tiempos de Colón se creía que la Tierra era plana. ¿Leyeron lo de los polos? Y era el Papa el árbitro del acuerdo. Es otra de las simpáticas mentiras de la prensa oficial, es decir de las versiones para nosotros los giles.
Nunca se llegó a determinar la línea por imposibilidades técnicas, pero es muy gracioso ver cómo cada asesor que ponía manos a la obra la ubicaba más hacia al este o al oeste, según representara a la corona portuguesa o a la española. Más gracioso aún resulta el hecho de que el rey Juan II de Portugal se enterara, antes que los reyes católicos, del descubrimiento de Colón debido a que, en el viaje de regreso una tormenta lo hizo recalar en Lisboa y ahí nomás empezaran los portugueses a reclamar su parte en el botín.

La ciencia de las mediciones está ligada al desarrollo de la geometría que floreció entre los habitantes de lo que ahora es China e India y en la Mesopotamia, entre caldeos, babilonios y egipcios. Discípulo de ellos, Tales (624-548 ac), de Mileto - Turquía,  aunque no dejó obra escrita –los primeros en hacerlo fueron un discípulo de Aristóteles, Eudemus (hacia el año 320 ac) y luego Euclides –, sistematizó los conocimientos y nos dejó 5 teoremas fundamentales, de los cuales el más famoso es el que musicalizaron Les Luthiers. Los Elementos de Euclides, junto con la Biblia y el Quijote fueron las obras de más tirada de los primeros 300 años de la imprenta.

Pero la agrimensura tuvo su gran desarrollo en Roma, porque los técnicos romanos empezaron a construir caminos y acueductos y, a la vez, la expansión del Imperio y del Derecho de Propiedad exigían precisión en la mensuras. Los trabajos del astrónomo turco Hiparco (190-120 ac) –considerado el padre de la trigonometría– y del astrónomo egipcio Claudio Tolomeo –que sintetizó en su Almagesto todos los conocimientos de la época– fueron la base sobre la que se asentó y desarrolló la agrimensura romana. Ager, agri, en latín, significa campo de cultivo y mensus, medir.

El filósofo italiano Giorgio Agamben escribió un artículo donde relaciona la agrimensura en Roma con lo divino y lo humano, con lo alto y lo bajo, con el pueblo y el castillo. Y desde ahí analiza El Castillo de Kafka en forma muy atractiva. Trataré de conseguirlo y ponerlo en una próxima entrada.
Volviendo a lo anterior podríamos sintetizar esta historia diciendo que los pueblos que hoy consideramos bárbaros aportaron la inteligencia y la investigación básica (los fundamentos de las matemáticas, la geometría y la astronomía) y los pueblos que hoy consideramos la cuna de la cultura occidental hicieron investigación aplicada (el desarrollo de la agrimensura y las mediciones) fundamentalmente para delimitar el derecho de propiedad y las zonas conquistadas.

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2 comentarios:

Susana Peiró dijo...

Incluso en estos tiempos, Fer, y contando con los auxiliares GPS y otros sistemas, es necesario dormir con un solo ojo en asuntos como fijación de límites y jurisdicciones. No sólo porque la gallega sexi a veces nos lleva a la cima de una montaña “recalculando”…sin posibilidades de bajar y mientras estamos buscando un arroyo, también porque los “asesores” en asuntos limítrofes no han perdido las mañas.
Estaré pendiente de tu publicación sobre El Castillo de Kafka, desde la perspectiva de Agamben.
Un abrazo Amigo.

Fernando Terreno dijo...

Susana:
Totalmente de acuerdo. Casualmente la delimitación de mi parte del ropero mientras "avanza el enemigo..." no la arregla ni el cardenal Samoré.
Lo de El Castillo trataré de ponerlo este mismo mes.
Un abrazo