Un
listado de oficios importantes y poco reconocidos sería un amplio catálogo de
lamentos y de heridas absurdas pero, sin duda alguna, el de guionista de cine o
televisión estaría entre los más notorios. Y con razón, puesto que su trabajo
es esencial y por poco no figuran siquiera en los créditos de películas y
series a las que han contribuido decisivamente a convertir en obras maestras.
Hoy veremos lo que dice al respecto Alberto Moravia,
que dedica un par de capítulos enteros de su novela El desprecio a reflexionar sobre el escritor puesto a guionista.
Quiero decir algo sobre el oficio de guionista, si no
por otra cosa, por lo menos para que se entienda bien el sentimiento que
experimentaba en aquel tiempo. Como es sabido el guionista es aquel que escribe
–casi siempre en colaboración con otro guionista y con el director– el guión, o
sea, el cañamazo del cual se extraerá luego la película. En el guión, uno por
uno, según los desarrollos de la acción, se indican minuciosamente los gestos y
las palabras de los actores y los distintos movimientos del tomavistas. El
guión es pues, al mismo tiempo, drama, mímica, técnica cinematográfica, puesta
en escena y dirección. Ahora bien, aunque la parte del guionista en la película
sea de primordial importancia y venga inmediatamente después de la del
director, por razones inherentes al desarrollo seguido hasta ahora por el arte
del cine, queda siempre irremediablemente subordinada y oscura. En efecto, si
juzgamos las artes desde el punto de la expresión directa –y no se ve en
realidad de qué otra forma podrían juzgarse–, el guionista es un artista que,
aun dando a la película lo mejor de sí, no tiene ni siquiera el consuelo de
saber que se ha expresado a sí mismo. …
Por lo tanto, el guionista es el
hombre que permanece siempre en la sombra; que da lo mejor de sí mismo para el
éxito de los demás, no verá jamás su nombre en los carteles publicitarios, en
los que por el contrario, están indicados los del director, actores, productor.
…Pero jamás podrá decir: “Esta película la he hecho yo…, en esta película me he expresado…, esta película soy yo” …
Por el contrario, el
guionista debe contentarse con trabajar por el dinero que recibe, el cual
quiera o no, acaba por convertirse en el verdadero y único objeto de su trabajo.
…
Ahora bien, trabajar
juntos en un guión no es como hacerlo, por ejemplo, en una oficina o en una
fábrica, donde cada uno tiene su trabajo que hacer, independientemente del de
su vecino… Trabajar juntos en un guión quiere decir vivir juntos, de la mañana
a la noche, desposando y fundiendo la propia inteligencia, la propia
sensibilidad y el propio ánimo con los de los otros colaboradores. … Crear…
una ficticia y artificiosa intimidad, que tiene como único objeto la hechura de
la película y, en última instancia, como ya he dicho, el dinero. … lo que se asemeja notablemente a una
especie de estupro del ingenio…Naturalmente, puede ocurrir también que la película sea de calidad superior; que el director y sus colaboradores estén ya previamente unidos por una mutua estima y amistad y que, en suma, el trabajo se desarrolle en condiciones ideales… Pero estas coincidencias son tan raras, como raras son las buenas películas.
ALBERTO MORAVIA, El
desprecio, 1954, Editorial Plaza y Janés, 1983. Cap. V
Fue llevada al cine son el mismo nombre (1963)
con dirección de Jean Luc Goddard y guión del propio Moravia y Goddard (en la
ocasión ambos se pelearon con los productores, Carlo Ponti y Joseph Levine.) En
estos días se cumplen 50 años de su estreno.La ilustración corresponde al concurso de guiones Ibértigo 2013 (Canarias)
.
2 comentarios:
Terrible tarea la vuestra, camaradas!
Aunque me sentiría más que honrado por ese "camaradas", debo aclarar que no pertenezco al gremio, lo que no obsta para agradecer la visita.
De paso me vienen a la cabeza Roberto Cossa, Aída Bortnik, Saborido, Woody Allen, Susana (Suso) Cecchi D'Amico. ¡Quién pudiera ir -aunque sea de aguatero- en esa selección!
Un abrazo
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