martes, 3 de marzo de 2009

Pueyrredón (2)

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La Quinta de Pueyrredón (Casa de la chacra del Bosque Alegre) Fines del siglo XVIII
Rivera Indarte 48 – San Isidro – Provincia de Buenos Aires

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Vale la pena repasar lo sucedido, especialmente en estos años de 1812 a 1815, según la historia oficial y cotejarla con otros puntos de vista. En esos años “adquiere” la Quinta Pueyrredón, hoy Museo Pueyrredón y Monumento Histórico Nacional.

A) La historia oficial nos dice (datos textuales de las página del Municipio de San Isidro y del Museo Pueyrredón)

La casa de la Chacra del Bosque Alegre, en San Isidro, donde vivió y murió el Brigadier General Juan Martín de Pueyrredón, es uno de los lugares y monumentos históricos más venerables de la República. Bajo sus árboles se encontró con José de San Martín para planear su campaña emancipadora. La quinta puede visitarse para admirar el paisaje de la barranca de San Isidro y para encontrarse con la historia viva de los muebles y la decoración de la casa.
La construcción data de 1790 y aún conserva las características que tenía cuando comenzó a habitarla Juan Martín de Pueyrredón a principios del siglo XIX.
A través del tiempo varios fueron sus propietarios desde que Juan de Garay hizo el reparto de las tierras del norte de Buenos Aires en el siglo XVI hasta que en 1808 fue adquirida por Francisco de Tellechea, padre de María Calixta, quien en 1815 contrajo matrimonio con Juan Martín de Pueyrredón. Al heredar de su padre esta propiedad, Pueyrredón decidió comprar el resto de las tierras a sus cuñadas, y allí vivió, hasta que en 1835 viajó a Francia. Retornó al país el 11 de enero de 1850 y se instaló nuevamente en la quinta. El 13 de marzo de ese año falleció. Su hijo, Prilidiano Pueyrredón vendió la propiedad a su primo Manuel Aguirre, cuyos herederos siguieron ocupando la finca.

B) Otra historia

En julio de 1812, Martín de Álzaga (comerciante vasco, como los Pueyrredón) conspira contra el Triunvirato. El fragote fue descubierto y la represión sobre los conjurados estuvo a cargo de Juan Martín de Pueyrredón. Los cabecillas fueron ejecutados y el castigo se extendió hasta algunos amigos o simpatizantes, un exceso para algunos historiadores. Entre los que mandó a la horca, estaba otro comerciante de origen español, supuestamente implicado, Feliciano Telechea, dueño de la quinta en cuestión.
No terminó ahí, ya que de inmediato, se apodera de la casa y se queda a vivir en ella, apropiándose de todo lo que contenía, incluyendo desde el mobiliario hasta la hija del ahorcado, de trece años, María Calixta Telechea.
Para 1815, poco antes de asumir como Director Supremo, normalizó la situación contrayendo matrimonio con la niña. El viudo, de casi cuarenta años, le llevaba veinticinco a su futura esposa. La boda fue celebrada por Domingo Caviedes, cura y tío de Mariquita y de la cual fue testigo Manuel García, el que años después, en 1826, como ministro de Rivadavia firmó la creación de la República del Uruguay ante los ingleses.
Ocho años mas tarde, en 1823, nació Prilidiano, el único hijo de la pareja, gran pintor e ingeniero.
...continuará


Nota: esta segunda parte, presenta dos versiones de los mismos hechos y cada lector podrá analizarlos para verlos, a la distancia, y hacerse su propio cuadro de situación. Lo mismo que para la anterior, por favor indicarme cualquier error que hubiera en la información, para revisarla y corregirla. En la tercera y última parte, me permitiré poner mis conclusiones personales sobre el punto.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesantíma la historia!Estoy ansiosa por leer tus conclusiones.
No quiero opinar porque no es un personaje uruguayo. Lo que recuerdo, es que en la Historia que enseñamos acá, era uno de "los malos de la película" porque era enemigo de Artigas.

saludos

Fernando Terreno dijo...

Mateína
Efectivamente, era opositor a Artigas y también a Monteagudo, a Dorrego, y a San Martín -aunque nos quieran vender otra cosa en este último caso- entre otros. La sola mención de sus opositores ya nos da una idea de su ideología y en qué bando nos encontraríamos de haber sido contemporáneos.
Un abrazo